Janet Yellen, secretaria del tesoro estadunidense, anunció que el 5 de junio el gobierno se declarará insolvente para pagar sus compromisos. La única forma de evitarlo es aumentando el límite de la deuda. No es la primera ocasión difícil para que Ejecutivo y Congreso lleguen a un acuerdo en torno al incremento en el nivel de la deuda. Sin embargo, a última hora, invariablemente, ambos han cedido en sus demandas y acordado aumentarlo, salvando al país del desastre económico. Ahora hay un problema mayor. La mayoría republicana en el Congreso, encabezada por Kevin McCarthy, está divida y el grupo de derecha más radical para aumentar el límite de la deuda exige que el gobierno elimine de su presupuesto una serie de gastos sociales y ambientales que le parecen excesivos. Biden ha respondido que el presupuesto de gastos y el límite de la deuda son temas diferentes, por lo que es absurdo y un chantaje condicionar un punto al otro.
McCarthy ha dado señales de llegar a un acuerdo, pero tiene un gran problema. Ganó el liderazgo con ciertas taxativas de la fracción de sus compañeros del Partido Republicano, entre ellas, exigir que el gobierno reduzca sus gastos. Si decide ceder, se estará jugando su puesto de líder; además, lo más probable es que pierda algunos votos de su propia fracción parlamentaria. Por eso sería necesario que un número suficiente de demócratas voten con él para lograr mayoría, lo que no deja de ser paradójico.
Pero como esta coyuntura está llena de paradojas, una más es que el presidente demócrata, Joseph Biden, tenga que convencer a varios legisladores de su partido, en particular a los que pertenecen al ala de izquierda más radical, para que acepten ceder en algunas pretensiones del líder de la oposición, Kevin McCarthy, entre ellas, garantizar el gasto social y la protección del medio ambiente; además, que voten con él para salvar el acuerdo.
Al escribir esta nota pareciera que hay visos para llegar a un acuerdo. De ser así, la conclusión sería que ninguna de las partes gane o pierda todo. Se habrá superado la suma cero, es lo que una buena negociación política puede garantizar.