En el taller de costura de Imelda Baltazar López, en el pueblo de Santa Cruz Meyehualco, Iztapalapa, se confeccionan desde un dobladillo hasta un vestido de novia. Además, en tres años ha recibido a 15 hombres y mujeres del programa Jóvenes Construyendo el Futuro de la Secretaría de Trabajo para capacitarlos.
Con más de tres décadas de experiencia, la mujer relata que en 2014 decidió conformar la cooperativa Crea Imoda, dedicada al ramo textil, que empezó con la fabricación de uniformes escolares; sin embargo, los vecinos encontraron una opción para que sus manos diseñaran el vestuario que portarían en los distintos festejos de los barrios.
Entrevistada en el taller en el que los muchachos practican desde el trazo de patrones, cortes y el uso de las diferentes máquinas, explica que también manufactura ropa sobre medida para fiestas, la de uso diario, piyamas, bolsas ecológicas, cojines de bodas, disfraces por el Día de Muertos o festivales de las escuelas, eventos específicos como vestidos para la salida de las escuelas, de 15 años, bautizos, primeras comuniones y hasta renueva las prendas gastadas a las que con creatividad alarga su vida útil, incluso transforma un pantalón en falda o viceversa.
“Ponemos cierres, dobladillos, hacemos costuras y arreglos; todo lo trabajamos, hasta vestidos de fiestas y para novia”, dice Imelda, quien cobra 40 pesos por una bastilla y el modelo más complejo entre 3 mil y 4 mil pesos.
Hace una década, el taller nada más tenía dos máquinas: la over y la recta, pero ahora ya suman 15, entre las que se encuentran la botonera, ojaladora, festonera, collaretera, resortera, dobladilladora, la bordadora y la láser, que dan a la prenda mayor elegancia que cuando el trabajo se realizaba totalmente a mano.
El apoyo económico que recibió de la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo del Gobierno de la Ciudad de México le permitió comprar una bordadora que facilita al taller personalizar las prendas con diseños, logotipos y nombres, que van desde cubrebocas, uniformes, gorras, camisas, mandiles y hasta pecheras para perros guía, como los que esta por enviar a una empresa en España.
Junto con sus seis socios y el tercer apoyo del gobierno local, logró adquirir una máquina láser, con lo que diversificó los productos que ofrece a los clientes al elaborar adornos para mesa con MDF –fibra de densidad media–, esferas o letreros con frases, por ejemplo, “Feliz día, mamá”.
Imelda tomó un curso de corte y confección hace 30 años en un centro social de Iztapalapa, pero eso no ha sido impedimento para que todos los días trate de innovar; también aprovecha al máximo los insumos, por lo que con los recortes de telas realiza monederos, bolsitas y aretes de distintos diseños con los sobrantes de MDF.
“Prácticamente nos dedicamos a todo lo relacionado con la costura, bordado y ahora el MDF; ya no es exclusivo para uniformes, ahora tenemos una gran variedad de productos que se fabrican en un ambiente tranquilo.”
Con la llegada de los jóvenes “es como si fuéramos una familia, no hay envidias, a ellos les gusta el trabajo del taller y compartimos el conocimiento para que, si les gusta, tengan las bases y puedan emprender su propio taller de costura”.
A los clientes les ofrece el sistema de apartado, por lo que pueden pagar en diferentes parcialidades sus prendas, llevar la tela y diseños propios que se complementan con los bordados y artículos elaborados con MDF.
Junto con sus socios, menciona que la calidad en el taller es la prioridad, lo que hace distinta a esta cooperativa de las maquiladoras; no obstante, “el reto es fabricar un tipo de prenda, como playera tipo polo o sudaderas, que todo el tiempo se usan, para clientes grandes”, además de incursionar en la técnica de sublimado, que dice no es lo mismo que los estampados.
En la emergencia sanitaria “fue un éxito hacer cubrebocas de tres capas, porque trabajamos desde el más sencillo hasta los de telas con estampado” y la bordadora permitió confeccionarlos y personalizarlos con nombres y logotipos de restaurantes y para trabajadores de aerolíneas que “nos siguen pidiendo”.
Gabriel Pérez, Jazmín Guzmán, Dilan Ledezma, Estefanía Rodríguez y Jaqueline Pérez son los jóvenes emprendedores que llegaron al taller de la calle Francisco I. Madero, el cual no cuenta con anuncio, pero que ha sido recomendado de boca en boca entre los pobladores y ahora también por medio de las redes sociales.