Como si el tiempo se hubiera detenido, algunas familias de la colonia San José Obrero, en la zona de la montaña del pueblo Santa Cruz Acalpixca, Xochimilco, aún se acarrean el agua con burros, como lo hacían hace más de 35 años cuando surgió este asentamiento.
En este lugar no hay red de agua potable, aun cuando en la parte baja hay un pozo de extracción y más arriba se halla un tanque de almacenamiento; el suministro para la mayor parte de la población se realiza con pipas que manda la alcaldía una o dos veces por semana, pero no son suficientes, lo que aprovechan algunas personas para transportar agua y llenar tinacos de 600 litros que suben en camionetas para venderlos en 400 pesos.
Los dos tambos de agua de 200 litros a los que tiene derecho cada familia son insuficientes, dice Mariela mientras llena bidones de 20 litros sujetados por parejas en ambos lados del lomo de Pancho, Princesa, Palomita y Lalo, cuatro asnos de su propiedad que la ayudan desde una toma en el tanque Santa Cruz Acalpixa, en la calle Naranjos, a un lado de la zona arqueológica del cerro Cuahilama.
Cuenta que algunos aguadores, que también tienen animales de carga, ofrecen llevar el líquido y venden a 5 pesos el bidón de 20 litros, “sale a 20 la carga de cuatro garrafones”, 80 litros en total, que puede transportar cada burro.
“¡Ábrete Pancho!”, ordena Mariela a uno de sus jumentos tras amarrar el último de los 16 bidones y enfilar por la calle San José Obrero: “Era una vereda que nosotros abrimos; cuando llegué aquí no había caminos ni luz”, ahora es una vía pavimentada en la que se cruza con vehículos que suben y bajan de la colonia.
Rafael Cruz es uno de los fundadores del asentamiento, dice que cuando llegó hace más de 35 años había dos o tres casitas y ahora la colonia tiene más de mil 300 familias.
Recuerda que en la zona llegó a ver hasta 300 burros, “ahora hay como unos 20, ya no son muchos”. Él tuvo cuatro para acarrear el agua y los vendió hace 15 años, cuando ya subían las pipas, pues la familia creció y se necesitaba más espacio.
Cuenta que en dos ocasiones intentaron meter tubería a la colonia, la primera cuando se introdujo la red en Las Cruces, contigua a San José Obrero, pero por diferencias entre colonos no se extendió; en otro momento la alcaldía ofreció poner a media loma una bomba, “pero era pagar mitad y mitad y muchas familias no quisieron”.
Arriba, en calles como Camino a San José, La Cañada, El Capulín y Camino Real, es común encontrar a la orilla del camino tambos de plástico azul ordenados en dos filas en los que las pipas descargan el agua que llevan a la colonia, algunos están marcados con nombres –todos de mujer– para identificar a sus propietarias: Ángela, Mari, Male, Celia, Lupe, Laura.
Para que rinda el agua, algunas mujeres bajan con su ropa sucia a un lavadero público ubicado en la avenida Tenochtitlan, pero tienen que pagar taxi de regreso para cargar la colada.