El presidente Andrés Manuel López Obrador criticó que el vigésimo segundo tribunal colegiado en materia administrativa del primer circuito haya otorgado un amparo a la multinacional tabacalera Philip Morris para comercializar vapeadores y cigarros electrónicos. El mandatario lamentó que los magistrados Víctor Hugo Velázquez Rosas y Rosa González Valdés, así como el secretario en funciones de magistrado Luis Felipe Ruiz Martínez Lazo pongan argumentos de libre mercado por encima de la salud pública, y anticipó que su gobierno impugnará la decisión.
Desde hace años, la industria del tabaco promueve los dispositivos mencionados como alternativas presuntamente más saludables a los cigarrillos tradicionales, e incluso intenta vender la idea de que los sustitutos electrónicos constituyen una vía para librar la adicción a la nicotina. Contra este relato mercadológico, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios ha demostrado que los vapeadores contienen sustancias dañinas no declaradas por los fabricantes.
En vez de representar una vía de salida para quienes desean dejar de fumar, los cigarrillos electrónicos seducen a los consumidores con una falsa sensación de inocuidad que les hace pensar que no están afectando su salud de la misma manera en que lo harían al fumar un cigarro normal. Estas alternativas fueron introducidas en una época en que los jóvenes rechazaban el tabaco, tanto por asociarlo con prácticas pasadas de moda como por una conciencia del cuidado del cuerpo muy arraigada entre las nuevas generaciones. Las empresas del ramo explotaron estas nuevas tendencias para colocar sus productos en los más jóvenes, en la conocida estrategia de generar un engagement (lealtad de marca) que perdurará toda la vida. El mes pasado, una compañía de cigarrillos electrónicos acordó pagar 462 millones de dólares en un arreglo judicial por elaborar campañas publicitarias deliberadamente dirigidas a menores de edad en Estados Unidos. Más allá de este caso puntual, es evidente que el diseño de los vapeadores, la gama de sabores que se pone a disposición del público y el discurso con que se ofrecen están pensados para atraer a adolescentes y volverlos clientes cautivos.
Es deplorable que un tribunal se alinee con los intereses de una empresa con un historial de manipulaciones, mentiras e intenso cabildeo para ponerse por encima de la ley, sin ningún escrúpulo por los millones de muertes asociadas al uso de sus productos. Cabe esperar que la sentencia sea revocada y que en el futuro el Poder Judicial sea un coadyuvante, no un obstáculo, en los esfuerzos para combatir el tabaquismo, enfermedad que cada año mata a 65 mil personas en México.