Santiago. El respaldo de Chile a que Perú asuma la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico, a contrapelo de México y Colombia, no implica variación en la posición chilena de que en aquel país hay una crisis política irresuelta, ni tampoco que el presidente Gabriel Boric haya dado marcha atrás en su denuncia de la violencia con que el régimen de Dina Boluarte reprimió las protestas sociales contra su gobierno y la destitución del ex gobernante Pedro Castillo, asegura un experto.
“La evaluación negativa de Boric respecto de la crisis peruana no ha cambiado mayormente, el tema de fondo es que en algunos países de la región, como Perú y Ecuador, hay una crisis de la democracia muy profunda. Lo que ha pasado allí no es un golpe de Estado propiamente tal, sino que se aplicaron mecanismos que están en las constituciones, pero eso no implica que los estándares democráticos sean elevados”, afirma el académico Mladen Yopo, doctor en Ciencia Política e investigador de Política Global en la Universidad SEK.
Pero lo anterior, enfatiza, “no implica que Boric haya cambiado en su gran condena a la violación a los derechos humanos y el uso excesivo de la fuerza en Perú”; y recuerda que el chileno “ha criticando a Nicaragua, China, Venezuela e indistintamente a quien sea cuando tiene que ver con la democracia y los derechos humanos”.
Considera que Boric está intentando mediar entre la dura posición que mantienen México y Colombia respecto de la legitimidad de Boluarte.
“Lo que está planteando Chile es preservar la Alianza y evitar un quiebre definitivo, esa es la primera opción; busca un diálogo para lograr acuerdos en temas genéricos. Lo de fondo es mediar entre dos posiciones que tienen una retórica fuerte y controversial, más allá de que debe producirse el cambio (en la presidencia temporal de la Alianza) porque es un tratado internacional”, afirma.
Yopo menciona que los pactos internacionales son “tratados de Estado y trascienden a los gobiernos en la medida que hay continuidad democrática”; y que el tema económico pesa indudablemente, porque “no es menor que se inmovilice un pacto como la Alianza del Pacífico, el cual es eminentemente comercial, representa 41 por ciento del producto bruto regional y atrae 38 por ciento de las inversiones, sobre todo cuando los países están sufriendo fuertes demandas internas”.
Recuerda que Chile y Perú son países limítrofes y que en el contexto geopolítico, las determinaciones que toma cualquier gobierno respecto de sus vecinos deben considerar una agenda en temas de áreas marítimas, minería, migración, narcotráfico, “y la predisposición a tener un plan más dinámico con las naciones vecinas”.
Plantea que las situaciones peruana y ecuatoriana deben diferenciarse de un golpe militar o de un golpe blanco, “porque hubo una salida constitucional a la crisis profunda de la democracia, ante la pérdida de legitimidad de gobiernos con fuertes señales de corrupción; no es la óptima, siguen en crisis, pero hay cierta estabilidad”.