Tras la Segunda Guerra Mundial y en vísperas de la guerra fría, la Unión Soviética y las fuerzas socialistas impulsaron el movimiento de lucha por la paz, encabezado por el Consejo Mundial de la Paz (CMP) en 1949. A esa organización se adhirieron intelectuales, artistas, científicos y personalidades políticas del campo de la izquierda y el progresismo. En México, personalidades como Frida Kahlo, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Efraín Huerta y Heriberto Jara, participaron del movimiento de lucha por la paz.
La oposición a una nueva guerra mundial y a las guerras que ya existían, tuvo el apoyo de sectores de la población, agrupados en organizaciones de masas internacionales. Destacaron la Federación Democrática Internacional de Mujeres, la Federación Sindical Mundial y la Federación Mundial de la Juventud Democrática, de la que hacían parte los normalistas rurales de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México. No obstante, faltaba un sector: la infancia.
Las fuerzas progresistas del CMP asociaron la lucha por la paz con una forma de defensa de la infancia. En 1951 impulsaron la creación de comités nacionales encargados de fomentar el debate sobre la situación de las niñas y niños en los países capitalistas en guerra. Además, denunciaron los peligros que corría la infancia ante una nueva guerra global, y organizaron las delegaciones que asistieron a la Conferencia Internacional en Defensa de la Infancia en abril de 1952. En dirección a dicha conferencia, en 1951 el periodista australiano W. G. Burchett escribió sobre la nueva vida de las infancias que, gracias a la revolución china, podían acceder a la educación, salud y alimentación. Weill-Hale, miembro de la Academia Francesa de Medicina, visitó EU y la URSS y elaboró un estudio comparativo sobre la situación de la niñez en ambos países, cuya conclusión apuntaba a la superioridad del socialismo.
La Conferencia Internacional en Defensa de la Infancia sesionó en abril de 1952 en Viena, Austria. Participaron 558 delegados de 64 países, incluido México. Entre los asistentes predominaron los profesionistas ligados a la educación, que fueron 132 y el gremio de los médicos (87). Asistieron 25 madres de familia y un número igual de periodistas. El evento fue inaugurado por la sicóloga austriaca Kurz Beitel y el informe principal fue presentado por el pedagogo francés Gustave Monod. El encuentro trató sobre la situación de la niñez en el mundo, que dio por resultado un llamamiento a que se pusiera fin a las guerras en Corea, Vietnam y Malasia, donde se sabía que morían niños. Se exigió a la Comisión de Desarme creada por la ONU que orientara los presupuestos militares en beneficio de la infancia.
Como síntesis, se emitieron resoluciones sobre los informes específicos presentados. Del Informe sobre la enseñanza de los niños , la resolución afirmó el derecho de cada infante a la instrucción, señalando que este derecho está incluido en la constitución de varios países, pero no lo cumplen en la práctica. Se enfatizó el derecho a la enseñanza en lengua materna, y la necesidad de revisar el contenido de la educación para eliminar el militarismo y la discriminación. Del Informe sobre la influencia de la prensa, de la literatura, de la radio, del cine y del arte en el desarrollo moral y espiritual del niño se afirmó el derecho de los niños a una vida pacífica que favorezca su desarrollo nacional, moral y cultural. En contraposición, se afirmó la necesidad de combatir la literatura, películas, radio y televisión perniciosos, además de direccionar los recursos militares a la cultura.
En cuanto a la resolución acerca del Informe sobre la salud de los niños, se enfatizó en la necesidad de crear las condiciones necesarias para la salud de las infancias, lo que pasaba por resolver las problemáticas sociales que afectaban a los padres de los niños. La declaratoria contempló que se garantizara a cada familia los ingresos suficientes para una alimentación completa y una vida decorosa, así como la creación de viviendas al alcance de las familias trabajadoras, la creación de más casas cunas, jardines de infancia y el aumento de pediatras. Frente al contexto de guerra, se afirmó: “Que se condene y prohíba el empleo de los descubrimientos de la ciencia para fines bélicos incluida la guerra bacteriológica, que afecta a la población civil, mujeres y niños”.
En México, la iniciativa de defensa de la infancia fue organizada por varios personajes, entre los que destacó el médico Ismael Cosío Villegas. Él convocó a la Conferencia Nacional en Defensa de la Infancia, en marzo de 1952 en la Ciudad de México. La iniciativa suscitó interés y en breve se reunieron unas 20 ponencias, que analizaron la salud, la educación, la recreación y la situación de los infantes. Además, se difundió la idea de que, para salvaguardar la vida y salud de los niños mexicanos, se requería fortalecer la lucha por la paz en México.
El médico Ignacio Millán se sumó a los trabajos en defensa de la niñez y contra la guerra. Hizo un recuento de los testimonios de los infantes mexicanos, que habían decidido dibujar y pintar su oposición a la guerra, obras con las que se conformó una exposición. El pediatra Antonio Prado Vértiz, partidario del movimiento de la paz, declaró que se oponía a una nueva guerra mundial y a las guerras ya existentes. Dijo que las guerras sólo habían dejado a los niños la “gloria” de la desnutrición, angustia y hambre. “Por los niños hay que defender la paz”, afirmó.
La Conferencia Internacional en Defensa de la Infancia de 1952 y su repercusión mundial, significaron que las fuerzas progresistas y el campo socialista se habían apropiado y retomado la bandera de la niñez. Esto fue un parte aguas para que la Asamblea General de la ONU acordara instituir el Día Internacional de la Infancia a partir de 1956, y la Declaración de los Derechos del Niño en 1959.
Ante el escenario actual de una posible guerra generalizada, en que la infancia se encuentra nuevamente amenazada, la historia de la lucha por la paz arroja luz sobre los posibles caminos que se han de tomar para defender a la niñez, pero también a la juventud, a las mujeres y a toda la población de trabajadores sobre la que se cierne el terror de la guerra.
* Historiador de la ENAH.
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