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Economía

2023-05-26 06:00

México SA

En una imagen de mayo de 2001, aparecen Sanford Weill (derecha), entonces presidente de Citigroup; Robert Rubin, ejecutivo del mismo, y al centro Roberto Hernández, ex accionista de Banamex.
En una imagen de mayo de 2001, aparecen Sanford Weill (derecha), entonces presidente de Citigroup; Robert Rubin, ejecutivo del mismo, y al centro Roberto Hernández, ex accionista de Banamex. Foto Ap
Periódico La Jornada
viernes 26 de mayo de 2023 , p. 19

Feliz, porque Roberto Hernández y su pandilla extranjerizaron la segunda institución bancaria del país –generosamente “rescatada” por el Fobaproa en detrimento de los mexicanos–, en mayo de 2001 Vicente Fox, entonces inquilino de Los Pinos, se regodeaba por el “traspaso” –libre de impuestos– de Banamex a Citigroup y lo calificaba de “venta del siglo”, toda vez que sumó 12 mil 500 millones de dólares (mitad efectivo, mitad en acciones de la trasnacional; con el tiempo, otras transacciones superaron con creces ese monto, por ejemplo, la de Grupo Modelo a Anheuser-Busch InBev, por módicos 20 mil millones de billetes verdes).

Banamex fue estatizado por José López Portillo (1982), semirreprivatizado por Miguel de la Madrid, reprivatizado en su totalidad por Carlos Salinas de Gortari (1991), “rescatado” por Ernesto Zedillo (1995), extranjerizado por Vicente Fox (2001) y puesto a la venta por Citigroup (a partir de 2022; Germán Larrea mordió el polvo), y en prácticamente todo ese circuito quienes pagaron y siguen pagando son los mexicanos, mientras año tras año los banqueros se hinchan de ganancias.

En reiteradas ocasiones (desde 2001, cuando menos) el ahora presidente López Obrador ha denunciado el descarado atraco a la nación –más allá del Fobaproa– que significó ese “traspaso” de Banamex a Citigroup, porque la parte vendedora evadió impuestos por alrededor de 3 mil millones de dólares, con el pretexto de que la transacción se realizó en el mercado de valores. ¡Viva la impunidad!

Sin embargo, la evasión fiscal legalizada en la “venta del siglo” no fue casual ni producto del “mercado de valores”, sino de la autorización explícita del propio Fox y de su secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz (ex empleado de una empresa propiedad de… Roberto Hernández), quienes de inmediato atendieron la “solicitud” del Grupo Financiero Banamex-Accival para que el Servicio de Administración Tributaria (SAT) se hiciera de la vista gorda.

En junio de 2001 (un mes después de anunciada la extranjerización de esa institución bancaria), el citado grupo financiero “solicitó formalmente a la Secretaría de Hacienda que declare exenta de cualquier gravamen fiscal la operación de venta a Citigroup, que involucra un pago por parte del consorcio estadunidense de 6 mil 250 millones de dólares en efectivo y un monto similar en acciones, y que será realizada a través de la Bolsa Mexicana de Valores. En un escrito dirigido al SAT, Alberto Navarro Rodríguez, representante legal de Banamex-Accival, solicitó una ‘confirmación del criterio’ de que la operación de venta no generará pago de impuestos o ‘enajenación fiscal de bienes’, término que se emplea en el documento” ( La Jornada, Roberto González Amador).

Solícitos, el amigo de Roberto Hernández (Fox) y su ex empleado (Gil Díaz) de inmediato dieron el visto bueno a dicha solicitud y la venta de Banamex a Citigroup se concretó rapidito y libre de impuestos. Así de sencillo: negocio redondo, impunidad total, “venta del siglo” (por cierto, no fue la única extranjerización libre de impuestos).

Por aquellos ayeres de felicidad foxista, el saldo de los pasivos del Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB, por medio del cual los prianistas “legalizaron” el “rescate” bancario y endilgaron como deuda pública a los mexicanos) sumaba alrededor de 698 mil millones de pesos, mientras a paso veloz crecían las utilidades de los barones del dinero. En cambio, por esa fechas, cada uno de los 99 millones de mexicanos debía alrededor de 7 mil pesos, gracias al “obsequio” de Ernesto Zedillo y los legisladores tricolores y blanquiazules, sin olvidar la multimillonaria cantidad que anualmente se incluye en el presupuesto de egresos de la Federación para “reducir” los citados pasivos.

Veintidós años después de la “venta del siglo”, de la evasión fiscal y de la felicidad foxista, el saldo de los pasivos del IPAB acumula (marzo de 2023) un billón 44 mil millones de pesos (incremento cercano a 50 por ciento en el periodo), de tal suerte que ahora cada uno de los 130 millones de mexicanos, incluidos los recién nacidos, debe más de 8 mil pesos, y contando, mientras ese saldo no deja de aumentar.

Las rebanadas del pastel

Lo mejor del caso es que cuando Carlos Salinas de Gortari y Pedro Aspe Armella anunciaron la reprivatización bancaria, la promesa central fue “democratizar el capital para contar con un sistema financiero más eficiente y competitivo, una participación diversificada y plural e impedir fenómenos indeseables de concentración”. ¡Olé!

Twitter: @cafevega

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