Uno puede encontrar en el último capítulo (#27) de Sociobiología, cosas criticables, dice Steven Pinker (SP) en La tabla rasa (TR), continuando lo que narré en la entrega del 19/5/23. “Hoy sabemos que algunos de los universales de Edward O. Wilson (EOW) son imprecisos o toscos, y su tesis de que llegará el día en que el razonamiento moral sea sustituido por la biología evolutiva es, sin duda, errónea. Pero las críticas del panfleto “Contra la sociobiología” eran demostrablemente falsas. Llamaron ‘determinista’, a alguien que escribió: “Un primer rasgo de las sociedades humanas que se puede verificar fácilmente, es de naturaleza estadística. Los parámetros de la organización social varían mucho más entre poblaciones humanas que entre las especies de primates ¿Por qué son tan flexibles las sociedades humanas?” Se acusó a EOW también de pensar que las personas conforman castas determinadas por raza, clase, sexo y el genoma individual. Pero él escribió: “hay pocas pruebas de cualquier solidificación hereditaria del estatus” y “las poblaciones humanas no son muy diferentes genéticamente entre sí”. Además, añadió: “Las sociedades humanas han florecido hasta niveles de complejidad extrema porque sus miembros tienen inteligencia y flexibilidad para desempeñar múltiples papeles, y cambiarlos cuando las circunstancias lo exigen”. Por lo que se refiere a la inevitabilidad de la agresión –otra idea peligrosa de la que se le acusaba– lo que EOW había escrito era que, en el curso de la evolución humana, “se contuvo la agresividad, y las antiguas formas de dominio de los primates se sustituyeron por destrezas sociales complejas”. La acusación de que EOW, demócrata liberal, defendía el racismo, el sexismo, la desigualdad, la esclavitud y el genocidio era injusta e irresponsable y lo convirtió en blanco del vilipendio y la hostilidad. En Harvard hubo panfletos y seminarios, y estudiantes que irrumpían en sus clases profiriendo consignas. Cuando hablaba en otras universidades, en los carteles se le llamaba «profeta o patriarca de la derecha» y se convocaba a la gente a llevar instrumentos sonoros a sus conferencias. Aumentaba la notoriedad de Sociobiología y otros autores se convirtieron también en blanco de iras. Al encontrar una base evolutiva para el altruismo, la sociobiología demuestra que el sentido de la justicia tiene una sólida base en la mente de las personas. Además, la sociobiología estimula el autoescrutinio y ayuda a socavar la hipocresía y la corrupción.
Gould y Lewontin, biólogos, y el neurocientífico Rose, se convirtieron en la vanguardia intelectual del movimiento de la ciencia radical. Durante 20 años han librado infatigablemente una batalla contra la genética conductual, la sociobiología (y más tarde la sicología evolutiva) y la neurociencia en temas políticamente sensibles como las diferencias entre los sexos y las enfermedades mentales. Aparte de EOW, el principal objetivo de sus ataques ha sido Richard Dawkins, quien en The Selfish Gene (El gen egoísta), abordaba muchas de las mismas ideas de EOW, pero se concentraba en la lógica de las nuevas teorías evolutivas más que la zoología. Casi no decía nada de los seres humanos. El argumento de los científicos radicales contra estos autores, continúa SP, se puede resumir en dos palabras: «determinismo» y «reduccionismo», utilizadas no en sentido técnico, sino como vagos términos ofensivos. Los siguientes son dos pasajes representativos de un libro de Lewontin, Rose y el sicólogo Kamin, que lleva el desafiante título de Not in our Genes (No en nuestros genes): “La sociobiología es una explicación reduccionista y biológicamente determinista de la existencia humana. Sus defensores sostienen que las organizaciones sociales presentes y pasadas son las manifestaciones inevitables de la acción específica de los genes”. “[Los reduccionistas] sostienen que las propiedades de una sociedad humana no son más que la suma de las conductas y las tendencias particulares de los seres humanos individuales de que se compone esa sociedad. Las palabras de EOW, dice SP, muestran que él nunca expresó nada que se pareciera a estas ridículas creencias, como tampoco lo hizo Dawkins, quien, después de discutir la tendencia entre los mamíferos de que los machos busquen un mayor número de compañeras sexuales que las hembras, dedicó un párrafo a las sociedades humanas en el que escribió: “Lo que indica esta sorprendente variedad es que el modo de vida del hombre está determinado más por la cultura que por los genes. Sin embargo, es todavía posible que los machos humanos en general tengan una tendencia hacia la promiscuidad, y las hembras una tendencia hacia la monogamia, como cabría prever por razones evolutivas. Cuál de estas tendencias se imponga en sociedades particulares depende de la cultura, del mismo modo que en las diferentes especies animales depende de la ecología. Ni Dawkins ni ningún otro biólogo cuerdo soñarían jamás en proponer que la conducta humana sea determinista, como si las personas tuvieran que cometer actos de promiscuidad, agresión o egoísmo siempre que surgiera la oportunidad. Entre los científicos radicales y los muchos intelectuales en los que han influido, el determinismo ha adquirido un sentido diametralmente opuesto a su auténtico significado. La palabra se emplea hoy para referirse a cualquier pretensión de que las personas tienen una tendencia a actuar de determinadas maneras en determinadas circunstancias. Es un signo de la tenacidad de la tabla rasa, dice SP, que una probabilidad mayor de cero se iguale con la propiedad del 100 por ciento. El innatismo cero es la única creencia aceptable, y todo lo que se aleje de ella se trata como su opuesto. Esto por lo que se refiere al determinismo genético. ¿Y qué ocurre con el «reduccionismo» y la idea de que Dawkins es «el más reduccionista de los sociobiólogos», que cree que cada rasgo tiene su propio gene? Lewontin, Rose y Kamin intentan enseñar a sus lectores que los seres vivos realmente funcionan de acuerdo con su alternativa al reduccionismo, que ellos llaman ‘biología dialéctica’. En efecto, la acusación de reduccionismo está patas arriba, porque Lewontin y Rose, en sus propios estudios, son biólogos reduccionistas credencializados que explican los fenómenos a partir de genes y moléculas. Dawkins, por el contrario, se formó como etólogo y escribe sobre la conducta de los animales en su hábitat natural. EOW, por su parte, es pionero en la investigación sobre ecología y apasionado defensor del campo de investigación en peligro de extinción que algunos llaman despectivamente la biología ‘de pajaritos y arbolitos’.