El mundo está lleno de oportunidades para superar el subdesarrollo. El problema es cómo lograrlo. Hay momentos en que el futuro se ve esplendoroso y se piensa que con un pequeño empujón se logrará el objetivo. Sin embargo, no siempre se presenta el “gran salto adelante”, como lo soñó China.
Países con un bajo nivel económico lograron dar el salto al final del siglo XX. Destacan naciones asiáticas, como Corea del Sur, Taiwán, Singapur y China. Sin embargo, muchos países, en lugar de avanzar, retrocedieron “cuesta abajo en su rodada”, como es el caso de Argentina.
Este país se encontraba entre las 10 principales potencias del mundo a principios del siglo XX. Su enorme riqueza agropecuaria le permitió situarse como una de las economías más avanzadas. Desde la perspectiva social, desarrolló una clase media educada con una infraestructura cultural de primera, con teatros, hipódromos, librerías y editoriales, por sólo mencionar parte de su infraestructura. Sin embargo, a lo largo del siglo XX sus gobiernos tomaron malas decisiones financieras y desde entonces esa nación pierde presencia en el mundo década tras década.
Un ejemplo de esta pérdida es la pésima situación monetaria por la que atraviesa. La inflación anual es superior a cien por ciento, la tasa de interés nominal es de 97 por ciento, la incertidumbre en la moneda y las finanzas no permiten tomar decisiones racionales de inversión y, en lugar de atraer capitales, presenta una fuga de capitales. La razón es que, en términos reales, la tasa de interés es negativa 19.61 por ciento anual y el gobierno no genera certidumbre.
En gran parte el problema es el pésimo manejo del sistema monetario. A diferencia de México, que tiene un banco central autónomo, en Argentina el banco central en el papel es una “entidad autárquica del Estado nacional”, pero en la práctica sigue los lineamientos que le marcan desde la Casa Rosada.
La confianza en el Banco Central es necesaria para generar certidumbre. Sin embargo, el control político sobre el sistema monetario, sin libertad cambiaria, ha traído como resultado un caos en las finanzas argentinas. El primer paso para controlar la inflación y arreglar las finanzas públicas es darle autonomía al banco central para frenar la inflación y la devaluación que recurrentemente se presentan en esta gran nación.