Decenas de migrantes que han acampado en la colonia Juárez serán recibidos por la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) hasta el 30 de mayo o en días posteriores, por lo que no ven más opción que mantenerse en la plaza Giordano Bruno, donde algunos se instalaron desde el fin de semana.
Testimonios recogidos por La Jornada entre algunos de los indocumentados, la mayoría haitianos, concuerdan en que ante la creciente demanda para presentar el trámite, deberán esperar más de 10 días.
John Bunny Brunni, haitiano de 43 años, llegó a la plaza capitalina desde el domingo, en un autobús procedente de Tapachula. Está decidido a llegar a Estados Unidos de la forma que sea. “Es mi única oportunidad para tener una vida mejor”.
Señaló que la Comar le dio cita hasta el 30 de mayo, por lo que previó que enfrentará dificultades para mantenerse en estos días. “En la Ciudad de México todo cobran: agua para asearte, entrar al baño, darte una ducha, conseguir algo de comida, una soda. En otros lugares a veces nos regalan algo, un vaso de agua, aquí no vemos eso”.
Sentado sobre la banqueta, Jesús aguarda frente a las oficinas de la Comar, en la colonia Juárez. Tiene 33 años y procede de Haití, de donde partió hace un par de semanas en busca de mejores oportunidades. Cuenta que será atendido hasta junio; mientras tanto, para subsistir se ha empleado con un comerciante acomodando verdura en un tianguis en la alcaldía Coyoacán y pintando la reja de una casa.
Yurimar, venezolana que en su país laboró como secretaria, llegó hace tres meses a la capital, y pese a contar con una visa humanitaria, enfrenta dificultades para entrar al mercado laboral mexicano.
Para financiar su estadía, la mujer de 39 años vende cubrebocas, dulces y cigarrillos en los semáforos. Ha solicitado que la contraten en tiendas de autoservicio, pero es rechazada porque –considera– “desconocen que con el carnet (visa humanitaria) podemos laborar”.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las empresas carecen de información sobre los trámites migratorios, lo que implica el desconocimiento de los procesos de registro y alta para la contratación de extranjeros. Ello puede exponerlos a “abusos y violaciones” al no tener contratos escritos.