En la entrega del 12/05/23 cité el uso del término biofilia por parte de Edward O. Wilson (EOW) y E. Fromm. Añadí que el primero, biólogo especializado en hormigas, sostuvo que la biofilia es una característica innata profundamente tejida en el DNA humano: un sentido primario de pertenencia a la familia de la vida. EOW define biofilia como “tendencia innata a focalizarse en la vida”. Añade que el impulso innato de todas las especies no es dominar sino florecer. Encontré esta, para mí sorprendente referencia a EOW, en el excelente libro de Jeremy Rifkin, The Age of Resilience, que narré en las tres entregas previas. Fue sorprendente porque lo poco que sabía de EOW es que fue el autor de un libro muy polémico, repudiado por varios autores de ciencias sociales y ciencias naturales; Sociobiology (1975), que algunos percibieron como una invasión de los científicos naturales en las ciencias sociales. El libro específico que introduce el concepto de biofilia se denomina Biophilia (1984), en cuyo prólogo EOW amplía la definición: “Desde la infancia nos enfocamos con alegría en nosotros mismos y en otros organismos. Aprendemos a distinguir la vida de lo inanimado y nos movemos hacia ella como polillas hacia la luz del porche. Sostendré que explorar y afiliar a la vida es un complejo proceso del desarrollo mental. Nuestra existencia depende de esta propensión. La biología moderna ha producido una genuina nueva manera de mirar el mundo que es una rara instancia de alineación entre instinto y razón. Mi conclusión es optimista: a medida que más entendemos otros organismos, más valor les otorgaremos a ellos y a nosotros mismos”. El autor de los dos libros citados y otras dos docenas más, murió a finales de 2021 a los 92 años de edad. La disciplina que fundó, la “sociobiología”, se llama ahora “sicología evolutiva”. Un destacado practicante es Steven Pinker (SP), autor de numerosos bestsellers, entre ellos The Blank Slate (La Tabla Rasa) que estudié ávidamente e incluí en un curso que impartí en el doctorado de sociología de El Colegio de México sobre esencia humana. El subtítulo del libro es The Modern Denial of Human Nature (La negación moderna de la naturaleza humana). Es una erudita y enjundiosa defensa del concepto de naturaleza (o esencia) humana y una crítica devastadora a los negacionistas del concepto. Como parte de su larga narrativa, SP expone el agresivo debate que se dio entre los defensores y los atacantes de Sociobiología. Los atacantes conciben cultura y biología como dos mundos escindidos que deben ser abordados de manera exclusiva y aislada, por las ciencias sociales y las naturales respectivamente. Los defensores son seguidores de EOW, y de los autores iniciales de la idea de la consiliencia–: la unificación del conocimiento de todas las ciencias– John Tooby y Leda Cosmides. Sociobiología propone la unificación de las ciencias naturales (especialmente las asociadas a la biología) y las ciencias sociales (y la filosofía). En el capítulo 7 de The Blank Slate, SP narra el agrio debate entre ambos polos.
La reacción a Sociobiología, dice SP, siguió durante décadas. Sociobiología sintetiza una copiosa literatura sobre la conducta animal empleando ideas nuevas sobre la selección natural de diversos autores. Reseña la evolución de la comunicación, el altruismo, la agresividad, el sexo y la crianza, y los aplica a los principales grupos taxonómicos de los animales sociales, como insectos, peces y aves. El capítulo 27 hace lo mismo con el Homo Sapiens, a la que trata como una rama más del reino animal. Incluye un repaso de la bibliografía sobre universales y variaciones entre sociedades, y sostiene la hipótesis de que algunos universales (como el sentido moral) pueden tener su origen en la naturaleza humana configurada por selección natural. Wilson manifiesta la esperanza de que esta idea pudiera conectar la biología con las ciencias sociales y la filosofía, una idea precursora de las tesis de su obra posterior Consilience (1998). El primer ataque a la Sociobiología apunta directamente a su principal herejía. En una crítica que ocupa todo un libro, el antropólogo Marshall Sahlins (MS) define la “sociobiología vulgar” como el desafío a la doctrina del superorganismo de Durkheim y Kroeber: la idea de que la cultura y la sociedad viven en un reino separado de las personas individuales y de sus pensamientos y sentimientos; y consiste en la explicación de la conducta social humana como expresión de necesidades e impulsos del organismo humano. Reconociendo miedo de una incursión en su territorio académico, dice SP, MS añadía: “El problema intelectual fundamental resulta ser el de la autonomía de la cultura y del estudio de la cultura. Sociobiología cuestiona la integridad de la cultura como algo en sí mismo, como una creación humana simbólica y distintiva”. El libro de MS se llama Uso y abuso de la biología. Un ejemplo del supuesto abuso era una idea de Hamilton para explicar la importancia de los vínculos familiares en la vida humana, idea que sostenía que la tendencia a hacer sacrificios por los parientes se explica porque estos comparten genes, de manera que cualquier gen que empuje al organismo a ayudar a un pariente indirectamente estaría ayudando a una copia de sí mismo. A este argumento cualitativo añadía uno cuantitativo para relacionar el grado de parentesco con la tendencia a ayudar, usando fracciones de parentesco. La crítica de MS se centró en este segundo aspecto, sostuvo que en el lenguaje de muchas tribus no hay palabras para los números fraccionarios, lo que lleva a SP a mofarse de dicha crítica, pues equivale a afirmar que las personas no pueden ver con profundidad porque la mayoría de las culturas no han desarrollado la trigonometría. El «Grupo de Estudio de la Sociobiología» (del que formaban parte el paleontólogo S. J. Gould y el genetista R- Lewontin) publicó una filípica titulada Contra la sociobiología. Después de equiparar a Wilson con los defensores de la eugenesia, el darwinismo social y las hipótesis de Jensen de las diferencias raciales innatas en la inteligencia, los firmantes decían: “La razón de la supervivencia de estas teorías deterministas recurrentes es que tienden a ofrecer sistemáticamente una justificación genética del statu quo y de los privilegios existentes de determinados grupos. Estas teorías supusieron una importante base para la promulgación de leyes de esterilización y legislación restrictiva sobre inmigración en Estados Unidos entre 1910 y 1930, y también para las políticas eugenésicas que condujeron a las cámaras de gas de la Alemania nazi. Lo que ilustra la obra de Wilson es la enorme dificultad que supone distinguir no sólo los efectos del medio (por ejemplo, la transmisión cultural), sino también los prejuicios personales y de clase social del investigador. Wilson se suma al gran desfile de los deterministas biológicos cuya obra ha servido para respaldar las instituciones de su sociedad, exonerándolas de responsabilidad en los problemas sociales”. También acusaban a Wilson de hablar de «las saludables ventajas del genocidio» y de hacer que «instituciones como la esclavitud parezcan naturales en las sociedades humanas dada su existencia “universal” en el reino biológico». Uno de los firmantes escribió en otra parte que “en última instancia fueron las teorías sociobiológicas las que proporcionaron el marco conceptual por el que la teoría de la eugenesia se transformó en la práctica genocida de la Alemania nazi”.