Tuvieron que transcurrir nueve años desde aquel 20 de febrero de 2014, cuando la pareja de Carmen Sánchez la atacó con ácido, para que el aparato de justicia por fin lo sentenciara.
Con sentimientos encontrados, la mujer considera que los 46 años de sentencia para Efrén García son acordes con la brutalidad de la agresión, pero tiene claro que fue un largo tiempo en el que con su lucha tuvo que arrancar esa decisión judicial después de ser revictimizada con la violencia institucional.
“Me intentó asesinar con ácido en mi casa de Ixtapaluca”, es la idea que no se aparta de su pensamiento y con eso toda la laberíntica secuela legal que tuvo que enfrentar en los juzgados, porque más allá de la sentencia (equivalente a las dos terceras partes de la pena máxima por feminicidio, que son 60 años), a lo largo del juicio –a pesar de que quien resolvió fue una mujer– la jueza María de Jesús Sánchez no actuó con empatía ni perspectiva de género, por lo que en muchos momentos decidió contra ella.
El veredicto se emitió el pasado jueves, lo que a ella le generó una cauda de emociones, aunque no todo la satisfizo. La reparación del daño dista mucho de compensar el sufrimiento que padecieron ella y sus dos hijos, ya que augura que el impacto sicológico le obligara a tener tratamiento y estar bajo medicación por el resto de su vida; en un par de días se someterá a la cirugía 65, amén de que el ataque le truncó todos sus proyectos de vida.
Se pregunta las razones por las cuales la jueza determinó una cantidad inferior a la mitad de la que había sugerido el actuario a partir de las pruebas periciales que revisó. Cautelosa en la cifra por un asunto de seguridad, anuncia que peleará todavía más porque el monto fijado para la reparación del daño se incremente sustancialmente y por el cumplimiento de la recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de sancionar a los funcionarios que obstaculizaron la investigación.
A ratos satisfecha, a veces inconforme, en la entrevista Carmen deja claro que el jueves fue un día histórico para todas las mujeres víctimas de la violencia machista, particularmente por esta forma atroz de intentar asesinarlas. “No creía que llegaría este momento, hay muchos precedentes que no me permitían imaginar que obtendría este poco de justicia. Se logró un pedazo de justicia que se la arrancamos al Estado mexicano en general”.
Considera que es una puerta muy importante que permite a las mujeres que enfrentan casos similares, tener esperanza. De esta experiencia surgió la Fundación Carmen Sánchez para apoyar a otras personas, por eso dedica esta especie de victoria a quienes la acompañaron en la lucha y aún no han concluido sus juicios.
“Dedico esta decisión a Liliana Fernández, quien se debatió entre la vida y muerte en un hospital quemada por alguna sustancia. Ana Saldaña, que tuvo que huir de su país porque no le hicieron justicia; Esmeralda Millán, en Puebla: 14 audiencias diferidas y a pesar de que tuvimos una reunión con el fiscal Gilberto Higuera en la que se comprometió a apoyarnos, no ha dado cumplimiento a esa promesa; a Leslie, hace dos semanas fue detenida su agresora porque le arrojó el ácido, pero ya dejaron libre.”
Carmen sostiene que no es el fin de su búsqueda de justicia, por lo que ahora con la fundación que creó asesorará a mujeres que enfrenten juicios por violencia machista, en especial con ataques de ácido.
En lo personal, su objetivo es concluir su carrera de derecho y destinar más tiempo a sus hijas, las cuales se vieron afectadas con lo sucedido hace nueve años.