Ankara. Turquía se encaminaba esta madrugada a una segunda vuelta de las elecciones presidenciales, después de que el mandatario, Recep Tayyip Erdogan, del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) superó las previsiones en los comicios de ayer, en los que pretendía prolongar sus dos décadas de gobierno, y mantiene una considerable ventaja sobre su rival Kemal Kilicdaroglu, quien representa a una alianza de partidos opositores en el Partido Popular Republicano (CHP).
Ninguno de los dos candidatos superó el umbral de 50 por ciento de los votos necesarios para evitar una segunda vuelta, que se celebrará el 28 de mayo.
Con 99.9 por ciento de las urnas escrutadas, Erdogan lideraba con 49.34 por ciento de los votos y Kilicdaroglu tenía 45 por ciento, según la agencia de noticias estatal Anadolu. La Alta Junta Electoral de Turquía daba a Erdogan 49.49 por ciento, con 99.9 por ciento de las urnas escrutadas.
Un tercer candidato nacionalista, Sinan Ogan, obtuvo 5.3 por ciento de los votos, y podría definir al ganador de la segunda vuelta, dependiendo del candidato al que apoye.
Seguidores de Erdogan ya estaban reunidos ante la sede del AKP festejando en un ruidoso mitin lleno de cantos y bailes, informó Al Jazeera en su portal.
Tras obtener mejores resultados de los que pronosticaron los sondeos, Erdogan se mostró confiado al dirigirse a sus partidarios: “Ya aventajamos a nuestro rival más próximo con 2.6 millones de votos. Esperamos que esta cifra aumente con los resultados oficiales. “Los votos en el extranjero no se han transferido por completo a nuestro país, el conteo continúa. Creemos que terminará en la primera ronda”, agregó.
La elección presidencial decidirá no sólo quién dirige Turquía, país de 85 millones de habitantes miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), sino también si vuelve a una senda más laica y democrática.
Kilicdaroglu instó a sus partidarios a ser pacientes y acusó al partido de Erdogan de interferir en el recuento y la comunicación de los resultados. “Si nuestra nación dice segunda vuelta, nosotros absolutamente ganaremos en la segunda vuelta”, dijo Kilicdaroglu a periodistas tras conocerse los resultados preliminares. “La voluntad de cambio en la sociedad es más grande que 50 por ciento”.
Horas antes, después de votar, aseveró: “a partir de ahora, la primavera va a llegar y aquí va continuar”.
En la sede del partido CHP de Kilicdaroglu se reunieron mil personas, ondeando banderas del fundador de Turquía, Mustafa Kemal Ataturk.
Profunda polarización en el país
Los resultados reflejaron una profunda polarización en un país en una encrucijada política. La votación iba en camino a otorgar a la alianza gobernante de Erdogan la mayoría en el Parlamento, lo que le daría una ventaja potencial de cara a la segunda vuelta.
Con 93 por ciento de los votos escrutados, la Alianza Popular del partido AKP de Erdogan, los nacionalistas del MHP y otros iba camino de obtener 324 escaños en el Parlamento de 600 escaños.
La Alianza Nacional de Kilicdaroglu, formada por seis partidos de la oposición, incluido el secularista CHP, fundado por Ataturk, parecía contar con 211 escaños.
La alianza Trabajo y Libertad, liderada por el partido prokurdo Izquierda Verde, parecía encaminada a obtener 65 escaños
De acuerdo con analistas, una derrota de Erdogan era muy posible pues tras 20 años en el poder ha perdido credibilidad entre amplios sectores de la población que lo culpan de la inflación de más de 50 por ciento que ha hecho que muchos turcos trabajen horas extras y busquen fuentes de ingreso adicionales sólo para cubrir sus necesidades básicas.
Además, muchos culpan al gobierno de corrupción en la construcción y de una torpe y lenta respuesta al devastador terremoto que este año dejó 47 mil muertos en Turquía, y 7 mil en la vecina Siria.
Sin embargo, observadores señalan que el inesperado resultado en favor de Erdogan se debe a que muchos apoyan la transformación de Turquía, de un país laico a un Estado religioso.
En 2001 Erdogan fundó el AKP y al año siguiente ganó las elecciones presidenciales. En los años de su gobierno modificó la Constitución para convertir a Turquía de un Estado laico a uno religioso al impulsar las escuelas islámicas, construir mezquitas, muchas veces derribando templos de otras religiones, restringir la venta de bebidas alcohólicas, y normalizar el uso del velo islámico en las mujeres en instalaciones gubernamentales.
En 2017 ganó por estrecho margen un referendo que amplió sus poderes presidenciales.
En adelante, el mandatario se encargó que de que los medios, e incluso las redes sociales, estuvieran bajo su control y a su favor, entre otras cosas promulgando, el año pasado, una ley “contra la desinformación” que prohíbe causar “ansiedad a la población”, y básicamente impide a los comunicadores informar sobre cualquier aspecto negativo del gobierno.
En su calidad de mandatario de un país miembro de la OTAN, Erdogan promovió un acuerdo para que Rusia y Ucrania puedan exportar productos agrícolas a pesar de la guerra, pero también bloqueó el ingreso de Suecia a la alianza porque esta nación se negó a deportar a refugiados kurdos requeridos por Ankara.