En las diversas vertientes del feminismo existe una línea de carácter “punitivista”, cuyo propósito es instaurar penas más duras contra agresores o tipificar nuevos delitos, sin considerar que esto “no lleva a ningún cambio social ni modifica las estructuras de poder” en las que se basan el patriarcado y el machismo, afirmaron las autoras del libro Feminismos, justicias y derechos frente al neoliberalismo. Aportes para la reflexión crítica, editado por el Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM.
Llamaron a no sostener una visión “patologizante” de los responsables de actos violentos, como si estuvieran enfermos, ni a considerarlos casos aislados.
Durante la presentación del volumen, la investigadora Irma Saucedo González subrayó que los feminismos deben cuestionar la interacción que tienen con el sistema jurídico-penal para descubrir si los esfuerzos en ese ámbito han dado como resultado algún cambio real en la lucha contra la violencia de género.
“Tratar de tipificar más delitos y hacer más leyes es un desperdicio de tiempo, dinero y energías. ¿Eso va a cambiar cómo son tratadas las mujeres en el sistema de procuración de justicia? No, porque no lleva a ningún cambio ni modifica las estructuras de poder” que oprimen y discriminan a las mujeres, enfatizó.
Luego de señalar que muchos funcionarios se han apropiado indebidamente del discurso y los conceptos teóricos del feminismo, la académica consideró viable que las instituciones tengan un acercamiento con los hombres agresores que no se base únicamente en el castigo.
A su vez, Chloé Constant, profesora-investigadora experta en sistemas penitenciarios, alertó de que el neoliberalismo “se ha apropiado de nuestras demandas en materia penal”, por lo que es necesaria una visión crítica de los sistemas que, “en nombre de los feminismos, prometen justicia y libertad, pero terminan siendo promesas rotas”.
Para la académica, es un error que el Estado enfoque a los hombres agresores con tratamientos “patologizantes”, como si se tratara de personas “locas o enfermas”, o que aborde sus casos de forma individual, como si sus conductas no tuvieran una raíz social.