El sueño de una medalla a veces está manchado por una violencia oculta. La guía de un atleta suele ser el entrenador o entrenadora, pero en ocasiones el mentor se torna agresor que exige sin pensar en la salud de los deportistas o, peor aún, que abusa de su poder y del vínculo de confianza para fines propios cometiendo actos de acoso.
Las ex clavadistas Cristina Millán y Azul Almazán, así como la ex ondina Teresa Alonso son algunas de las atletas que en su momento se enfrentaron a la dolorosa realidad de entender que eran agredidas por quien supuestamente debería guiarlas al éxito deportivo. Ahora, como sobrevivientes de acoso y abuso de poder por parte de sus ex entrenadores alzan de nuevo la voz en busca de generar un ambiente más sano en el deporte mexicano.
“Debe haber filtros y revisar los historiales de los entrenadores”, dijo Millán, quien no pudo ir a los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 tras haber puesto un alto al hostigamiento de su entonces entrenador, quien la amenazó con dejar-la fuera de la justa si no accedía a peticiones indecorosas.
Millán fue una de las primeras en denunciar el acoso en el deporte mexicano, de retar un silencio sistemático que aún prevalece. La causa por la cual peleaba hace dos décadas era evitar que futuras generaciones pasaran por lo mismo; sin embargo, en su momento no recibió el respaldo esperado.
“Tenía 27 años en ese entonces, ya con una carrera, y fue muy difícil (enfrentar esa situación). El daño moral también estuvo muy fuerte. Imagina cuando se trata de niños”, señaló ante otros casos que todavía permanecen en el silencio.
Claman justicia
Pero en la voz de Millán no hay rencor, sólo un reclamo de justicia contra quienes han cometido actos de abuso y acoso. “Yo puedo ir a una competencia con la conciencia tranquila, porque no le he hecho daño a nadie; sin embargo, hay personas que no deberían seguir como entrenadores y menos tener a su car-go niños. Si en México no se les puede poner un alto, organismos internacionales como World Aquatics o el Comité Olímpico Internacional sí podrían hacerlo”.
La ex clavadista prefiere no mencionar el nombre del agresor, pero es del dominio público, tras su denuncia hace más de 20 años, que se trata de Francisco Rueda, quien en la actualidad está encargado del equipo de clavados de Guanajuato.
Rueda fue señalado por actos de acoso en varias ocasiones. La propia madre de Laura Sánchez, quien hoy es su esposa, encontró un diario donde supuestamente su hija confesaba una relación con el entrenador aún siendo menor de edad.
Azul Almazán también rompió el silenció a los 19 años después de Sídney 2000. En una carta titulada Yo acuso, la ex clavadista reveló que cuando era menor de edad enfrentó abuso sicológico, discriminación y amenazas por parte de quien en ese entonces era su mentor: Francisco Rueda.
Para recuperarse, Almazán se fue a Estados Unidos, donde continuó su carrera y ahora retomó su causa contra el acoso a través del arte, con lo cual descubrió una alternativa con mayor impacto para sensibilizar a las personas. Así, fue parte de la producción de la película La caída, protagonizada por Karla Souza y en la cual se exponen casos de abuso en el deporte.
“La caída es cuando te das cuenta de lo que viviste y empieza a caer todo ese peso, ese monstruo que ves encima y no sabes cómo actuar. Hablar es doloroso, pero decir las cosas es un paso muy grande”, indicó Almazán, quien trabajo en el INBA.
Azul tampoco se encierra en el resentimiento. Después de un proceso de sanación, ahora trabaja con varias asociaciones para crear una iniciativa sobre el tema.
Prevenir y no lamentar
“La prevención entre los jóvenes es básica”, afirmó. “El acoso, abuso u hostigamiento no se pueden tratar igual en adultos y niños. Primero debemos educar sobre estas conductas y en México no existe esa cultura de respeto. Falta capacitar a los docentes y entrenadores, sobre todo a quienes tienen a cargo a menores de edad”.
El pentatlón también tiene registrados casos. Tamara Vega reconoció en redes sociales que se siente amenazada por quien fuera su primer entrenador, Sergio Escalante, quien habría supuestamente cometido contra ella el delito de estupro durante cinco años.
“He lidiado con esto mucho tiempo, ya que es un coach que está en las competencias nacionales e internacionales y me siento continuamente amenazada”, publicó.
Uno de los actos de agresión más comunes en el deporte y que también suelen ser encubiertos es el maltrato y hostigamiento a los atletas para que lleven al límite su cuerpo y capacidades físicas con el supuesto objetivo único de ser campeones.
Aún bajo terapia siquiátrica, Teresa Alonso habla contra el abuso de poder ejercido por Adriana Loftus, encargada de la selección de natación artística. “Me llamaba chaparra, gorda, tuve bulimia, anorexia, ansiedad y depresión severa”.
En el hospital y tras sufrir un sangrado gástrico debido a la presión a la cual era sometida, fue el momento en el que Alonso también entendió la manipulación bajo la cual vivía. El agresor era quien supuestamente debía guiarlas y protegerlas a ella y al resto de sus compañeras del equipo.
“Es muy complicado hablar, pero mi vida ya estaba en riesgo”, manifestó la ex ondina al recordar la denuncia pública que hizo hace dos años, cuando pasó de la algarabía de ganar la plata en los Juegos Panamericanos Lima 2019 a lidiar con el maltrato de su mentora. “Un entrenador debe llevarnos a un límite sano, no a uno donde nos destruya la carrera o la vida”.
Las acusaciones contra Loftus, quien tiene antecedentes de maltrato hacia sus alumnas, también se extienden hasta la corrupción y nepotismo.
La propia Alonso lamentó que el esposo de la entrenadora es coach motivacional del equipo de natación artística, con lo cual refuerza el silencio entre las atletas. Además, Loftus les quitó a las ondinas parte de un premio económico. “Todo era una manipulación extrema y no nos dábamos cuenta”.
Explicar a tiempo los riesgos
La sicóloga Bernadette Álvarez, quien trabaja con Azul Almazán para crear un proyecto que atienda los casos de acoso en menores, destacó que uno de los elementos clave para prevenir estas situaciones es tener una buena comunicación con los niños y explicarles el riesgo de estos temas.
“Generalmente los agresores son alguien de confianza, por lo que suelen envolver a las personas. Con los niños suelen generar buena conexión y después los hacen sentir culpables. En el caso del deporte les prometen llevarlos a los Juegos Olímpicos, les dicen que todo es-to es por ellos, hay un chantaje emocional y muchas veces los padres no se dan cuenta. Es importante tener claros los focos rojos”, explicó.
María José Alcalá, presidenta del Comité Olímpico Mexicano, anunció hace unos meses que bajo asesoría de ONU Mujeres preparan un protocolo para atender los casos de acoso en las instalaciones del organismo.
“Antes existían los códigos de ética que no alcanzaban para tratar estos casos. Nos enterábamos mucho después. Se han retrasado las revisiones, pero queremos este protocolo para que los atletas sepan cómo evitar estas situaciones. De acuerdo con un problema en específico, si es acoso o violación, es como actuaremos”, dijo Norma Baraldi, encargada de la Comisión de la Mujer y quien trabaja esta herramienta.
“El protocolo llega tarde, aunque es importante que exista”, aseguró Cristina Millán. “Es tiempo de abrir ojos, oídos y mente. Ya no podemos hacer como que no vemos y no pasa nada. Pues estas situaciones las puede vivir cualquiera”.