Pese a contar con formación académica altamente especializada, jóvenes investigadoras de diversos campos científicos y humanísticos enfrentan discriminación de género, desempleo y falta de ejercicio pleno de sus derechos laborales en universidades y centros de investigación.
Paola Suárez Ávila, miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 1, destinó más de dos décadas a su formación como historiadora y antropóloga especializada en migración e historia cultural México-Estados Unidos. Cuenta con licenciatura, maestría, doctorado y dos posdoctorados, uno de ellos en la prestigiosa Universidad de California en Berkeley.
Pese a su trayectoria académica, que logró con menos de 40 años, en agosto de 2022 enfrentó el despido injustificado (cuya causa desconoce) como integrante del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (Cisan) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), por lo que demanda su reinstalación a esa casa de estudios. Hoy se realizará la audiencia para la lectura de su queja, a fin de conocer si hay resolución de su caso.
Refirió a La Jornada que su ingreso al Cisan en 2017 fue resultado del interés que generaron sus credenciales académicas, pues le fue otorgada una de las becas más importantes en Berkeley. Luego de desarrollar un proyecto de investigación innovador en economía del conocimiento en universidades de México y Estados Unidos, evaluado por expertos del Cisan, fue aceptada como investigadora del centro.
Cifras de la UNAM señalan que de sus casi 3 mil investigadores, sólo 37.1 por ciento son mujeres, es decir, poco más de mil. Lo mismo ocurre con los profesores de carrera, pues 45.8 por ciento son mujeres.
Un estudio reciente de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura alerta que aún no hay paridad de género en posiciones directivas en universidades públicas de México, pues sólo 36 por ciento corresponden a mujeres.
En los años recientes, Suárez Ávila encabezó el proyecto “El T-MEC y la economía del conocimiento en las universidades de México y Estados Unidos”, que contó con financiamiento público del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica. Participaban 10 investigadores de las universidades de California, Stanford, Autónoma de Zacatecas y de la UNAM.
Destacó que las jóvenes académicas enfrentan múltiples desafíos. “Posponemos aspectos fundamentales como formar una familia o tener hijos, porque llegamos a los 37 años sin ninguna estabilidad laboral, derechos como trabajadoras ni experiencia”.
Recordó que para tener acceso a una plaza académica, la UNAM fija límites de edad, que para las mujeres es de 38 años y 11 meses. “Nosotros competimos no sólo por las capacidades académicas, también por la edad”. Agregó que “muchas investigadoras jóvenes estamos en esta situación. No hemos logrado consolidar una familia ni tener hijos. El trabajo es muy demandante, sobre todo porque hacemos mucha investigación de campo.”