Ciudad de México. Agricultores en Estados Unidos están dispuestos a sembrar maíz no transgénico “apto para los fines” que México necesita, de limitar el uso de grano genéticamente modificado, dijo este viernes la jefa del mayor organismo científico nacional, en medio de una controversia comercial entre ambos países.
El gobierno del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha lanzado una política para frenar el uso de maíz genéticamente modificado, del que compra cada año millones de toneladas a Estados Unidos, su socio junto con Canadá en el acuerdo comercial para América del Norte, TMEC.
Estados Unidos ha manifestado su oposición a esa política, cuestionando su sustento científico y alega que dañará a sus productores del cereal.
María Elena Álvarez-Buylla, directora general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), dijo que el maíz transgénico está ligado “indisolublemente” al herbicida glifosato, cuyo uso México busca eliminar en los primeros meses del próximo año, y no tiene el valor nutricional que tienen las variedades nativas. México se considera a sí mismo la cuna del maíz.
“México se encuentra en una transición agroecológica que revaloriza la producción tradicional milenaria arraigada al conocimiento pluricultural que se adapta al contexto social, ambiental y cultural”, dijo Álvarez-Buylla en un foro sobre maíz transmitido por internet.
“Con ello se pretenden contribuir a salvaguardar la salud de las y los mexicanos, así como la cultura de nuestros pueblos contribuyendo a mejorar las economías locales y campesinas sin que ello implique impactos negativos para la relación comercial que históricamente se tiene con los productores de Estados Unidos”, añadió.
Washington solicitó en marzo consultas a México en el TMEC sobre su plan para el maíz transgénico, pese a frenar semanas antes un mandato para iniciar con la veda general del maíz transgénico en enero de 2024 y establecer que el grano podría usarse para consumo animal y con fines industriales de alimentos para personas.
Sin embargo, las modificaciones al plan inicial mantuvieron el veto para el grano destinado a la “alimentación humana”, a la que se definió solo como el maíz utilizado para la elaboración de harina con la que se fabrican las tortillas, un alimento básico en la dieta de los mexicanos.
A inicios de abril, autoridades anunciaron la creación de un grupo de trabajo para fortalecer la detección de maíz genéticamente modificado en la tortilla. Álvarez-Buylla dijo el viernes que se han encontrado “trazas de transgenes de los cultivos de líneas transgénicas” en tortillas, pero no dijo cuándo ni si los hallazgos formaban parte del grupo de trabajo.
“Esto es inaceptable para un país como México donde 90 por ciento de la población consumimos tortillas a base de maíz”, añadió la autoridad, quien ha hablado poco públicamente del tema.
El subsecretario de Agricultura de México, Víctor Suárez, dijo a Reuters en octubre que México está estudiando la posibilidad de llegar a acuerdos con agricultores de Estados Unidos, Argentina y Brasil para asegurar importaciones de maíz amarillo -el que más compra la nación- no modificado genéticamente para alimento de ganado y compensar una brecha en su producción local.
El viernes, Suárez recalcó la importancia de “explorar las oportunidades” en Estados Unidos al respecto.
“No queremos estar atados a ese modelo de dependencia y deterioro, de falta de sustentabilidad y salud en la producción y consumo de alimentos”, dijo en el mismo foro. “Estamos muy decididos a seguir adelante”, subrayó.