En el país se estima que el desperdicio anual de alimentos es de 94 kilos per capita, lo cual supera en 20 kilos al promedio mundial que es de 74, y la contribución de esto a la pérdida de biodiversidad y al cambio climático es significativa, indica un reporte del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), la Universidad Anáhuac y otras instituciones.
Esto es el resultado del proyecto “Comunicación para el cambio”, que combinó estrategias de información, educación y sicología ambiental, enfocado en impulsar la reducción del desperdicio de alimentos entre más de 400 estudiantes universitarios.
Estas cifras contrastan con los hallazgos iniciales del proyecto, ya que se descubrió que el desperdicio de alimentos no generaba emociones negativas ni positivas entre los participantes. Es decir, para la mayoría de los estudiantes involucrados en la iniciativa el desperdicio de alimentos no provocaba rechazo. Y como parte del proyecto se hizo una Guía para promover comportamientos proambientales.
Valores y comportamientos
Jorge Rickards, director general de WWF México, sostuvo que se identificaron los motores directos que generan degradación ambiental, como la sobrexplotación o la contaminación, pero hay factores humanos indirectos que impactan negativamente todo el sistema natural e incluyen normas sociales, valores y comportamientos.
Dijo que se busca incidir en la reducción del desperdicio de alimentos porque es un hábito negativo que forma parte de un sistema que favorece el sobreconsumo y el derroche de recursos naturales. La doble crisis ambiental que enfrentamos, biodiversidad y climática, exige que transitemos a formas de vida sustentables y las estrategias de la sicología ambiental pueden ayudar a conseguirlo.