El próximo año será electoral tanto en México como en Estados Unidos, algo que no siempre sucede dado que los periodos entre las votaciones en ambas naciones son de seis y cuatro años, respectivamente.
En este contexto, es evidente que la trascendencia de estos procesos tendrá en la región retos comunes como la migración, el libre comercio y la seguridad, por mencionar algunos, y donde la oportunidad de construir una mejor y más próspera relación es quizás la mayor oportunidad contemporánea para convertir a la región en la más competitiva del mundo.
Hace poco Joe Biden anunció su intención de relegirse, a pesar de que durante mucho tiempo se pensó que esto podría no suceder debido a su avanzada edad. Es evidente que en el Partido Demócrata, por un lado, no se ha consolidado la imagen de la vicepresidenta Kamala Harris y, además, ahora no se tiene certeza de que ella pueda sumar votos. Por otro lado, no destaca un cuadro competitivo dentro de las filas demócratas, lo que en el siglo XXI es un signo más de la falta de nuevos líderes políticos en medio de las crisis que viven los partidos en todo el mundo y que evidencian el déficit en el demócrata.
Uno de los mayores pros de la candidatura de Biden es que tiene experiencia de gobierno y en la política internacional. Desde que era vicepresidente de Estados Unidos en la administración de Barack Obama tiene relaciones establecidas con líderes mundiales y conocimiento detallado de la política internacional. Además, su gobierno ha estado enfocado en abordar la pandemia de covid-19, la reforma migratoria y la lucha contra el cambio climático, temas importantes para muchos electores.
Sin embargo, también hay contras en su candidatura. A pesar de que ha sido un defensor de la diversidad e inclusión, su edad avanzada podría ser un factor en su desempeño y capacidad para gobernar eficazmente por cuatro años más. Además, algunos demócratas podrían considerarlo una figura demasiado moderada y centrada, lo que podría dificultar su capacidad para movilizar la base de su partido.
Por otro lado tenemos a Donald Trump, quien busca regresar a la Casa Blanca. Uno de los principales pros de su candidatura es su popularidad y su capacidad para movilizar a su base de seguidores. Además, ha sido un defensor de la política de “Estados Unidos primero”, lo que ha resonado con muchos votantes preocupados por la inmigración ilegal y la pérdida de empleos.
Sin embargo, hay muchos contras en su candidatura. El más importante es que ha sido objeto de varias investigaciones judiciales y de un impeachment, lo que podría afectar su capacidad para ser elegido nuevamente. También algunos votantes podrían considerarlo demasiado polarizador y divisivo, lo que podría dificultar su capacidad para ampliar su base de votantes más allá de sus seguidores.
Por otra parte, la discusión republicana se centra en si Trump puede aspirar de nuevo a la presidencia a pesar de los diferentes cargos judiciales que enfrenta y que parecen insuperables en algunos momentos.
En este complejo escenario surge una figura en ese partido, como es el gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien a partir de su popularidad obtenida en propuestas más radicales a las de Trump, como la aprobación en su estado de la ley que prohíbe el aborto después de las seis semanas de gestación y su postura radical en materia migratoria, gana terreno y lo hace ver muy competitivo para 2024.
Aunque los analistas políticos desean predecir quién ganará las elecciones del próximo año y cómo la economía afectará el resultado, en realidad no se puede saber con certeza. La razón es que los votantes han desarrollado posturas políticas más extremas y son menos susceptibles a los cambios económicos. Incluso si el ex presidente Trump es el candidato republicano es probable que los partidarios de Biden sigan apoyándolo, independientemente de la situación económica en el momento de la elección.
Por otra parte, si la contienda es entre Biden y DeSantis es muy probable que el escenario se radicalice con una parte del electorado por demás molesto de los seguidores de Trump, quienes desde ya aseveran que el aparato judicial se ha confabulado en su contra para no dejar participar a su candidato.
Lo cierto es que en el concierto de retos y oportunidades que tiene América del Norte, 2024 será un ejercicio inédito en las contiendas presidenciales.