Prometí en mi artículo anterior referirme al grave problema de que en 93 por ciento de la basura que no se recicla en México, están presentes los residuos tóxicos y peligrosos. Se originan en la elaboración de numerosos productos, en el arsenal químico utilizado en las actividades agropecuarias y como fruto de diversas tareas industriales. Esos residuos afectan la salud de quienes están expuestos a ellos: trabajadores en fábricas, el transporte y almacenamiento; en la población cercana a los complejos industriales; a quienes los aplican en labores diversas y al ambiente, en especial al agua y el aire.
Para tratar de resolver esos problemas, existen convenios internacionales a los que se han adherido la inmensa mayoría de las naciones. Sobresale el de Basilea, en 1989, sobre el control de los movimientos transfronterizos de los desechos peligrosos y su eliminación. Otro en 2001, en Estocolmo, sobre contaminantes orgánicos presistentes. El de Rotterdam, de 1998, para la aplicación del procedimiento de consentimiento previo a ciertos plaguicidas y productos químicos peligrosos objeto de comercio internacional. El de Minamata, en 2013, sobre el mercurio.
Los países han establecido también medidas para regular dichos residuos. México cuenta con las aprobadas en el Poder Legislativo y en las secretarías del Medio Ambiente y Recursos Naturales, Industria, Salud, Agricultura y del Trabajo. El problema es que no se cumplen. Cito tres casos al respecto:
1. La empresa Cromatos de México, ubicada en una zona sobrepoblada del municipio de Tultitlán, estado de México, contaminó de 1958 a 1978. Contó para ello con el apoyo de todas las instancias de salud y del trabajo federal y las del Poder Ejecutivo estatal y municipal. Ninguna atendió las quejas de los afectados en la salud. Y hasta amenazaron a quienes dirigían la lucha contra dicho negocio. Notable la presencia de las mujeres. Además, dejó miles de toneladas de sus peligrosos desechos al aire libre. En 2008 fueron enviados al confinamiento de Mina, Nuevo León.
2. El 3 de mayo de 1991 hubo una explosión y luego un incendio en las instalaciones de la empresa de agroquímicos Agricultura Nacional de Veracruz, Anaversa, en la ciudad de Córdoba. Como resultado, se esparcieron plaguicidas organofosforados y organoclorados en varias cuadras a la redonda y en el manto freático. La empresa funcionó por tres décadas irregularmente. Las dependencias gubernamentales nunca atendieron las quejas de los maestros de la escuela y de los locatarios de un mercado público cercanos. Demandaban su cierre porque los niños se “mareaban” cuando había fuga de tóxicos en dicho local.
3. El 6 de agosto de 2014, un derrame en la mina de Buenavista del Cobre, en Cananea, Sonora, envió 40 mil metros cúbicos de sulfato de cobre acidificado a los ríos Bacanuchi y Sonora. Es el mayor derrame de tóxicos registrado en México. Dejó a 22 mil habitantes de siete municipios sin agua potable. Los daños a la población, la agricultura, ganadería, minería, turismo y artesanía, fueron muy graves. La mina es propiedad de Grupo México. Su dueño, Germán Larrea, es el segundo con más riqueza del país. La pasividad de las autoridades para ayudar a los damnificados, remediar los daños y sancionar a la empresa es tan notoria que en 2021 la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) pidió a Grupo México una compensación total a las víctimas y acciones concretas de saneamiento y reparación de los ecosistemas en y alrededor de los ríos citados. El gobierno reconoce que los acuíferos que abastecen a miles de personas todavía contienen cantidades peligrosas de metales tóxicos.
Si en México preocupa la generación de basura, es mucho más grave lo que sucede con la basura tóxica. Se generan casi 8 millones de toneladas al año. Además, 126 millones de residuos mineros, 30 millones provenientes de la industria química y unos 12 millones de los agroquímicos. Una parte muy importante de todo este arsenal peligroso no se confina adecuadamente y constituye un severo problema de salud y ambiental, como mostraré el lunes próximo.