Cañonazos y escopetazos que lanzaron hombres y mujeres retumbaron en las calles de la colonia Peñón de los Baños por la representación de la batalla del 5 de Mayo de 1862, que se realiza desde hace 93 años, pero el orgullo y la emoción que dijeron sentir los participantes no se podía ocultar en los bailes, gritos y cantos acompañados de bandas y agrupaciones musicales porque festejaron el haber recibido la declaratoria de patrimonio cultural inmaterial de la Ciudad de México.
Con 80 años a cuestas, María Cristina Cedillo permaneció sentada sobre la avenida Colones en su silla de madera que simulaba un cañón; llevaba una fotografía de su padre, el general Rafael Cedillo, a quien le expropiaron algunos terrenos cuando se construyó el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
La mujer dijo que “ya era justo que se nos reconociera”, al mencionar que ahora sus hijos Abraham y Josué participan activamente en la escenificación.
Sin miedo al estruendo
En medio del humo y el olor a pólvora quemada, Griselda Herrera Rodríguez, de 38 años e integrante de una de las familias originarias de este barrio, dijo no tener temor cada vez que se cimbra el piso y retumban los ensordecedores cañonazos, porque en el pueblo para cualquier festividad y hasta para la desgracia, como el fallecimiento de alguna persona, hay cohetones.
Mientras avanzaba en el contingente con su atuendo y canasta que contenía un tlacoyo, patitas de pollo, cebollitas de rabo, lechuga y rábanos con los que los pobladores rememoran las provisiones alimenticias que llevaban los indios zacapoaxtlas en la Batalla de Puebla, se dijo estar contenta de que después de más de nueve décadas finalmente se hiciera la declaratoria.
Recordó que en este día no hay ninguna casa en el pueblo que no ofrezca un taco de tripa de pollo asada o adobada, o el tradicional pollo con mole y arroz a quien pase de visita, comentario al que se unió Pablo García –de la familia del boxeador Eleuterio García–, quien destacó que otro de los platillos tradicionales es la hueva de mosco en salsa verde con nopales.
Jorge Rojas, quien personifica a un soldado francés porque a los ocho años enfermó por el tizne que se colocó en la cara para representar a un zacapoaxtla, recordó que su escopeta la compró su hermano hace 35 años en Michoacán.
Los espectadores acompañaron grabando con celulares el paso de personas de la tercera edad, adultos, niños y bebés caracterizados y que tuvieron el resguardo policiaco, aunque en esta ocasión no pasaron frente al edificio del aeropuerto, luego de que en ocasiones anteriores el estruendo de los cañonazos rompieron los cristales del inmueble.