Desde hace algunos decenios se empezó a discutir el tema de los límites de la legitimidad del capitalismo junto con la noción de crisis hegemónica, la cual hace referencia al proceso, entonces paulatino, de desgaste de la primacía estadunidense. Entre los autores de la temática destacan los estudios de Giovanni Arrighi e Immanuel Wallerstein junto con importantes trabajos de investigación gestados desde América Latina, resaltando el grupo de trabajo coordinado por Marco A. Gandásegui hijo (1943-2020) bajo el auspicio del Clacso y el entonces secretario general Atilio Borón, quienes se abocaron de manera sistemática a analizar la crisis hegemónica de Estados Unidos con especial atención a sus impactos en América Latina (ver Gandásegui et al Crisis de hegemonía de EU, Clacso ,Siglo XXI Ed, 2007).
De la academia el tema saltó al debate público por la debacle en Vietnam que dejó ver los límites del poder militar de EU, con la victoria campesina y la conducción del estratega Vo Nguyen Giap, quien derrotó al ejército francés y pudo vencer la dinámica bélico-industrial de EU. Los medios de comunicación corporativos sumisos a la narrativa imperial fueron ninguneando el tema hasta que la vulnerabilidad gestada por la crisis bancario-financiera que se intensifica desde 2008 –cuando Obama decidió rescatar a los bancos y no a la población–, hasta llegar a la actual crisis que demuestra una vez más la incapacidad para articular un retiro disciplinado y honorable de la ocupación militar de Afganistán y ahora mediante el acoso estratégico en las fronteras rusas, con la aceptación de Finlandia de la jurisdicción y bases militares de EU en su territorio que agrava el escenario de guerra.
Ese declive impacta la política doméstica: Robert F. Kennedy Jr, en su postulación para la candidatura del Partido Demócrata (PD) a la presidencia, critica la política económica de su país porque “condena a la mayoría de la población a una vida de miseria y sacrificios constantes para salir adelante”.
La inequidad económica es parte de la debilidad del consenso interno de la hegemonía de la elite dominante y de su capacidad de dirección intelectual y moral de la sociedad. (Gramsci)
Según el medio digital peruano Prensa Alternativa fue durante la rueda de prensa que tuvo lugar después de su discurso ( Boston, Massachusetts el 19 de abril) donde criticó el actual apoyo de la administración de Biden al gobierno de Ucrania en esta guerra que ocasiona cientos de miles de víctimas y un país arrasado… “con un futuro que será completamente hostil a los intereses de EU, ya que está provocando que la pérdida de su hegemonía se acelere hasta un ritmo inimaginable hace unos años, pues la actual política de la administración está empujando a Rusia a establecer alianzas geopolíticas y estratégicas con el gigante chino provocando de esta manera la unión de dos de los estados más poderosos del planeta lo que implica transformaciones globales”.
La crisis institucional de la política electoral puede abrir el paso a una tercera opción ya que las encuestas muestran un grave rechazo –70 por ciento de los demócratas a la relección de Biden, 60 por ciento de rechazo a Trump– al tiempo que la ultraderecha emprende una guerra cultural y política contra todo progresismo, lo que se expresa en regresiones cuasi medievales entre otras, la amenaza de desaparecer las bibliotecas públicas en ese país, según nota de Reyes Martínez ( La Jornada, 14/04/23/ eliminando del presupuesto del Estado los recursos para las bibliotecas públicas como aprobó la Cámara de diputados de Misuri el 11 de abril “un episodio más de la guerra cultural” que sostienen los conservadores dedicados a la censura de libros con temas “peligrosos” como la diversidad sexual, el racismo y el enjuiciamiento de bibliotecarios y otros educadores que rechazan estas absurdas medidas que involucran a padres y madres de familia que se convierten en los denunciantes de los textos prohibidos. Lo que precede históricamente a la quema de libros. Como dice Javier Fernández Aparicio: “a la eliminación física de las obras le sobreviene la de las personas”. (www.ieee.es 29/06/22)
Parte de esta atrocidad es la rusofobia que recuerda el ascenso del nacional socialismo en la Alemania de los años treinta, en este caso con la prohibición de la música de autores rusos, literatos,turistas y deportistas sólo por ser rusos, alentando niveles de odio por ejemplo en Ucrania donde se sacan de las librerías y se queman libros en ruso fomentando en otros países de la OTAN niveles de intransigencia que afectan a la propia libertad de opinión y a la cultura . Como dice Jenny Acosta (cemees.org 06/2022) “aunque después de la II Guerra Mundial ha habido otras quemas de libros, ninguna había utilizado el origen nacional de los escritores como argumento público para su censura como sí está ocurriendo en Ucrania”.