Madrid. La sequía se agudizó en España a lo largo del mes de abril, un periodo en el que se registraron temperaturas muy por encima de las habituales y en el que tampoco llovió, como también era común. La mezcla de altas temperaturas y poco o nada de lluvia ha provocado que a día de hoy más de 60 por ciento del territorio español sufre los estragos de la sequía, con la destrucción de más de tres millones 500 mil hectáreas de campos de cultivo.
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Ante la gravedad de la situación, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación del gobierno español, el socialista Luis Planas, anunció que solicitarán ayuda a la Unión Europea (EU) para paliar el desastre económico y medioambiental que se avecina.
Según la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos de España (COAG), los efectos de la sequía están siendo devastadores para el sector, que asiste al que probablemente se convierta en el peor año de su historia, con los campos de cultivos agrietados por la falta de agua y la industria semiparalizada por el mismo motivo.
Los datos que confirman el desastre son elocuentes: la sequía ya afecta a 60 por ciento del territorio, se han destruido cultivos en 3.5 millones de hectáreas y la situación es especialmente grave en tres regiones con un altísimo nivel de producción agroalimentaria, Andalucía, Murcia y Cataluña. Precisamente en estas tres comunidades autónomas es donde menos ha llovido en lo que va de año y donde los pantanos o embalses que abastecen de agua a la sociedad están en sus niveles más bajos de las últimas décadas, es decir por debajo de 20 por ciento, cuando en estas fechas suele estar por encima de 65 por ciento.
A pesar de que la sequía es un problema nacional grave, también hay algunas comunidades autónomas, como Galicia, Asturias, Cantabria, Madrid y Extremadura, en donde los niveles de acumulación de aguas son altos, algunos, como los gallegos, rozan 95 por ciento. Pero esa agua acumulada sólo sirve para la región para la que está destinada, así que tampoco resolvería el drama que se vaticina en los campos de cultivo andaluces, murcianos y catalanes.
Ante la gravedad de la situación, el ministro Planas anunció que la UE tiene que ser “sensible” ante la situación que atraviesan España y Portugal por la sequía, sobre todo porque “es fundamental contar con el apoyo de la Comisión Europea, tanto respecto a los fondos como a las autorizaciones pertinentes para las medidas de ayuda”.
El propio ministro expuso que desde el pasado 1 de octubre han disminuido en 23.5 por ciento las lluvias en España y que los embalses están a 50.1 por ciento de su capacidad, por lo que “hay zonas del país que se encuentran en una situación climáticamente severa desde el punto de vista de la sequía”, pero anunció que el gobierno “va responder y está respondiendo ante la sequía y trabajará para superar este momento tremendamente difícil desde el punto de vista de la producción alimentaria”.
La clave de la solución de las crisis de la sequía está, según el ministerio de Transición Ecológica, en la situación de los 372 embalses que hay en todo el territorio español, con una capacidad total de almacenamiento de 56 mil hectómetros cúbicos de agua, lo que supone aproximadamente 50 por ciento del caudal fluvial del país.
La ley de Aguas establece los usos específicos, en la que se prioriza el abastecimiento humano, seguido del regadío o el agropecuario, el uso energético o el uso industrial, en ese orden. Pero también preocupa que por la combinación de sequía y calor aumenten los incendios forestales, que sólo en el verano pasado arrasaron 306 mil hectáreas, además de que para su mitigación el remedio más eficaz es precisamente ese bien tan escaso hoy en día: el agua.