La Paz., En América Latina se realizaron diversas marchas al conmemorarse el Día Internacional del Trabajo con distintas reivindicaciones, pero con un elemento en común: las estrecheces económicas que afectan a las familias de los trabajadores y generan malestar social.
En Colombia, el presidente Gustavo Petro pronunció un discurso en el que invitó a mantener las movilizaciones sociales para apoyar las reformas del gobierno y anticipó la posibilidad de una “revolución” si el Congreso las rechaza.
“El intento de coartar las reformas puede llevar a la revolución. Lo que se necesita es que el pueblo esté movilizado, como lo estuvo con (el prócer independentista Simón) Bolívar”, expresó Petro ante cientos de seguidores que se concentraron frente a la sede de gobierno en Bogotá en ocasión del Día del Trabajador.
En el poder desde agosto, el mandatario afronta su peor crisis política ante los tropiezos en el Legislativo para implementar los cambios profundos que prometió en campaña: reducir la participación privada en el sistema sanitario, redistribuir las tierras improductivas, reformar el sistema de pensiones y justicia, entre otros.
La vicepresidenta Francia Márquez se sumó a las marchas en la ciudad de Cali al expresar que es “una mujer del pueblo” y pedir apoyo a las reformas.
En Cuba, los festejos por dicha conmemoración, que ya habían sido modificados debido a la crisis de combustible que atraviesa la isla, fueron pospuestos por condiciones climáticas adversas.
En Bolivia, el presidente, Luis Arce, encabezó la marcha por el Día del Trabajo junto a la Central Obrera Boliviana y anunció un aumento de salarios para afianzar su alianza con los mayores sindicatos mientras enfrenta un creciente clima de malestar social.
Arce caminó varias cuadras junto a Juan Carlos Huarachi, líder de la Central Obrera (COB), y ambos participaron de una concentración en una plaza que tuvo un tinte oficialista. En paralelo, los maestros estatales, enfrentados con el gobierno desde hace seis semanas y quienes exigen mejores salarios, marcharon por otras calles.
En tanto, en Venezuela, miles de trabajadores se manifestaron en reclamo de un aumento del sueldo mínimo casi 14 meses después del último incremento y en momentos en que la mayoría no puede satisfacer sus necesidades básicas.
En Caracas, los manifestantes portaban carteles con exigencias: “¡Salarios y pensiones dignas ya!” y muchos coreaban la consigna “No es bloqueo, esto es saqueo”, en alusión a las sanciones estadunidenses a las que el gobierno de Nicolás Maduro suele atribuir la crisis económica que azota al país.
Como suele ocurrir en Venezuela cada Primero de Mayo desde 1999, cuando el fallecido presidente Hugo Chávez asumió el poder, también hubo marchas de militantes del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela y de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores, una de las mayores agrupaciones sindicales pro oficialistas.
Horas después, en un discurso ante sus seguidores, Maduro anunció su decisión de incrementar un bono de alimentación –que se paga a los trabajadores que prestan servicios en el sector público y privado– de 15 a 40 dólares. Además, sumó otro por 20 dólares para un total de 60 dólares, ambos con el propósito de compensar en parte el salario mínimo, que sigue sin variación.
En Santiago, capital de Chile, hubo dos marchas: la tradicional y una convocada por la Central Clasista de Trabajadores, de la que se desprendieron grupos de encapuchados que saquearon algunos locales, encendieron neumáticos y lanzaron bombas incendiarias a la policía.
Los incidentes ocurrieron en algunos puntos de la principal avenida de Santiago, cuando ya había pasado la marcha oficial, con unos 2 mil participantes.
En Argentina, el Día del Trabajo estuvo capitalizado por sindicatos y partidos de izquierda que arremetieron contra el Fondo Monetario Internacional (FMI) y condenaron el acuerdo que el organismo suscribió con el gobierno de Alberto Fernández para refinanciar la deuda heredada de la administración de Mauricio Macri (2015-2019), al considerar que condiciona las políticas económicas y genera un fuerte ajuste.
“Tendremos que seguir luchando hasta que erradiquemos las imposiciones del FMI que buscan condenar a generaciones enteras. No lo vamos a permitir”, declaró el secretario general de la Central de Trabajadores de la Argentina Autónoma, Hugo Godoy, en un acto celebrado en la Plaza de Mayo de Buenos Aires.
En América del Norte, un sindicato del sector estatal de Canadá anunció que se había llegado a un acuerdo para poner fin a la huelga de buena parte de los miles de funcionarios que reclamaban aumentos salariales y mayor “teletrabajo” desde hace 10 días.