Bueno, la piyamada panista de la semana pasada dejó varias lecciones. La primera y más obvia es la falta de oficio político de la oposición, que requiere de escándalos para gritar que están vivos, y sin la menor imaginación ni inventiva recurre a acciones usadas y criticadas –por ellos– en las luchas de la izquierda.
Desde luego, podrían haberse ahorrado el ridículo si apelaran un poco al sentido político. Me explico: los cambios de ley que se propusieron desde el Ejecutivo, y que fueron aprobados por mayoría simple con la idea de beneficiar a la población más golpeada por la injusticia, enfrentarán, seguramente sin suerte, al cerco impuesto por la Suprema Corte de Justicia a cualquier cambio que proponga López Obrador o Morena.
Saben que actúan, los ministros de la Corte, como si fueran sus cómplices. Con acuerdo –no nos consta–, o sin él, las decisiones de la Corte empatan con las ideas del panismo, por ejemplo, y desechan cualquier transformación que pretenda beneficiar a las mayorías.
Eso lo sabía, lo sabe de cierto, la oposición, los azules más que ningún otro organismo, pero se dieron a la tarea de tratar de convertirse en víctimas de las jugarretas que alguna vez ellos mismos utilizaron, con una ventaja entonces: los organismos judiciales jugaban a su favor.
Sí, lo más probable es que los cambios o las modificaciones que se aprobaron sean bateadas por el jardín de la derecha y en una de esas ninguna servirá para modificar las injusticias que se cometieron durante más de tres décadas en el país.
Eso, como ya dijimos, lo saben de cierto en la derecha, pero recurrir al escándalo no era despreciable, por el contrario, la idea es buscar la reconciliación con los que, defraudados por el PAN, principalmente, abandonaron el azul, y tratar de lograr empatía con la clase media, que si bien no está del lado de la 4T, tampoco está convencida de la oposición flaca y ojerosa.
Por lo pronto, en la SCJN hay quienes aseguran que, ya sin máscaras, las y los ministros Norma Piña, Jorge Mario Pardo, Margarita Ríos, José Luis González, Alfredo Gutiérrez, Alberto Pérez, Javier Laynez y Luis María Aguilar, sin necesidad de leer las propuestas irán en contra, cosa que no podrá detener el trío de ministros que se han pronunciado por equilibrar la balanza de la justicia, cuando menos. Nos referimos a Loretta Ortiz, Yasmín Esquivel y Arturo Zaldívar, que no traicionarán.
De pasadita
Más tardó López Obrador en sentar a su siniestra a Ricardo ( chucho) Monreal que en aparecer, cuando menos en la capital, bardas que hablan del de Zacatecas.
Digamos, como dicen algunos, que el senador se la creyó, pero frente a esa especulación se impone otra, quizá más creíble.
Las pintas en las bardas, colocadas principal o únicamente en la alcaldía Cuauhtémoc, donde gobierna la señora Sandra Cuevas, quien se supone ha sido empleada del zacatecano, no hablan de las ambiciones del chucho moreno, porque tal vez él sabe que en su horizonte no está el Palacio Nacional.
Para ser más claro, esas pintas fueron realizadas de tal forma que en un futuro no muy lejano puedan admitir el destino de Monreal, que buscará, como ha hecho desde siempre, gobernar la Ciudad de México, y no es amenaza, esa es, ni lo piense, la ambición del senador, que ya no tiene fuerza en su bancada, aunque lo peor para Morena es que quien lo pretende suceder no está ni por asomo calificado para la tarea, ¿verdad, César?