Casi 13 millones de personas salieron de la población ocupada en abril de 2020, el mes del inicio del confinamiento para contener la pandemia de covid-19. Los efectos de los contagios, que prácticamente paralizaron la actividad durante varios meses, en el mercado laboral en México siguen presentes a pesar de las señales de recuperación entre 2021 y el arranque de 2023, ya que los problemas estructurales prexistentes, como las brechas laborales, la informalidad, la baja productividad y los salarios están lejos de ser superados.
De cara a la conmemoración internacional del 1º de mayo, los trabajadores que ganan un salario mínimo han visto notablemente una mejoría en su situación salarial en los últimos cuatro años; no obstante, la participación de los salarios en el producto interno bruto (PIB) dista de acercarse a los niveles que tuvo en años anteriores, aun con la mejora observada en los últimos ejercicios, según muestran datos oficiales.
Ahora, la recuperación del mercado laboral en México se ve mermada por una persistente alta inflación y por los mayores riesgos de una recesión en la economía del principal socio comercial de México, indican especialistas consultados por este diario.
Con la apertura económica y restitución de la movilidad, el mercado laboral mexicano acumuló una generación de empleo, tanto formal como informal, de 15.6 millones de puestos de trabajo de abril de 2020 a febrero de 2023, lo que ya compensó la pérdida de 12.9 millones de empleos que se registró en abril de 2020; es decir, el mercado ya superó las pérdidas que se generaron con la pandemia en el cuarto mes de su primer año, en 2.6 millones de plazas, según revelan datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (Enoe).
“A partir del tercer trimestre de 2022, las cosas empezaron a quedar como antes en el mercado laboral, pero esa vuelta a la ‘normalidad’, es una vuelta a una ‘normalidad’ que ya era mala y preocupante, debido a que los rezagos siguen fuertes, lo que le llamamos la brecha laboral, la cual está en niveles previos a la pandemia; es decir, volvimos a un lugar en que estábamos, pero no es satisfactorio”, explicó Saúl Escobar, presidente de la junta de gobierno del Instituto de Estudios Obreros Rafael Galván.
Déficit de empleo
La evolución de la brecha laboral en México arroja buenas y malas noticias. Por un lado, el mercado laboral ha mejorado mucho desde los peores momentos de la crisis, cuando este indicador de déficit de empleo llegó a un nivel máximo histórico de 52.9 por ciento de la fuerza de trabajo potencial en mayo de 2020. En tanto, a pesar de la mejoría, el mercado laboral todavía está lejos de una recuperación completa, con un nivel de 17 por ciento, el mismo que se tenía antes de la pandemia, pero todavía por arriba de lo observado en 2006, en 15 por ciento.
La brecha laboral mide la necesidad más amplia de empleo en el mercado. “Este indicador sube cuando hay mucho desempleo (personas sin trabajo que buscan activamente empleo), subempleo –personas ocupadas que quisieran trabajar más horas–, o desempleo disfrazado (personas disponibles para trabajar, pero que no buscan empleo, muchas veces porque piensan que no hay oportunidades). Al incorporar tres de los principales problemas que pueden caracterizar un mercado laboral en tiempos difíciles, este indicador es particularmente útil para evaluar el contexto laboral en general”, describió David Kaplan, especialista en mercados laborales del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Escobar destacó que el nivel de la brecha laboral indica un mercado laboral dañado y fracturado, que empeoró desde la crisis financiera internacional de 2008-2009, y que desde 2008 hasta 2019 se ubicó en 17 o 18 por ciento y de ahí no ha descendido.
Informalidad laboral
El mercado laboral mexicano regresó a niveles prepandemia, incluido el de la informalidad laboral. Seis de cada 10 empleos (32.4 millones de personas) en México son informales, no cuentan con seguridad social ni prestaciones, según estimó la Enoe de febrero de 2023.
Más de la mitad (55.5 por ciento) de los trabajadores no agropecuarios en México se ocuparon en un empleo informal al cierre de febrero de 2023, mismo nivel de marzo de 2020. Esta tasa de informalidad fue más alta para las mujeres, en alrededor de 54.7 por ciento, que para los hombres, de 49.5 por ciento.
Mientras en entidades como Oaxaca, Guerrero, Tlaxcala, Hidalgo, Puebla y Chiapas se registraron tasas por encima de 60 por ciento, en entidades como Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Baja California Sur y Sonora las tasas de informalidad se colocaron entre 30 y 40 por ciento de su población ocupada no agropecuaria.
Una de las fallas estructurales más importantes del mercado laboral mexicano es la informalidad laboral. En promedio, una persona con un empleo informal en México gana aproximadamente 6 mil pesos mensuales, mientras una persona en un empleo formal gana 11 mil pesos. Una brecha de 45 por ciento: por cada 100 pesos que paga un empleo formal en promedio, uno informal paga 54 pesos.
En tanto, cerca de 25 millones de personas se emplean en el mercado formal. Con la reforma laboral que le cerró la llave al outsourcing (subcontratación) hace dos años, al menos 2.9 millones de trabajadores fueron reconocidos por sus patrones reales, según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
En salario mínimo, el máximo cambio
El aumento del salario mínimo, de 102.68 pesos en 2019 a 207.44 pesos para 2023, durante el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, con incrementos a dos dígitos (entre 15 y 20 por ciento) cada año, ha beneficiado a los salarios más bajos en el país.
Así, los trabajadores que ganan entre uno y dos salarios mínimos son la gran mayoría, 69 por ciento al cierre de febrero de 2023 (40.7 millones de personas), una de las cifras más elevadas desde que se tiene registro en el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
De acuerdo con Luis Munguía, presidente de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami), los rangos con el salario mínimo vigente en 2021, por ejemplo, el número de trabajadores que ganó hasta un salario mínimo disminuyó casi en 2 millones de 2019 a la fecha (de 15.3 a 13.6 millones de personas). En contraste, los trabajadores que ganaron más de cinco salarios mínimos se duplicaron (de 644 mil a 1.3 millones).
Esto refleja que ha habido una mejoría en el nivel de vida y en el poder de compra de los trabajadores de bajos ingresos. Sin embargo, con las elevadas tasas de inflación (7.62 por ciento en febrero pasado), pero que alcanzó casi niveles de 9.0 por ciento en 2022, las revisiones contractuales han sido por debajo de la inflación, lo que se traduce en una pérdida de poder adquisitivo.
El hecho de que más trabajadores ganen un salario mínimo no quiere decir que empeoró la situación, porque al aumentar éste más trabajadores lo ganan, y más porque antes era bajo, pues 9 por ciento de la población ocupada ganaba un minisalario.
“Lamentablemente es en las empresas públicas y no privadas donde se han dado los menores aumentos salariales contractuales. Es por ello que los salarios más bajos han mejorado en México; los intermedios (más de dos salarios mínimos, 500 o 600 pesos diarios, 15 o 18 mil pesos al mes) se han estancado, pues no se han visto beneficiados como los de los salarios más bajos; y los salarios más altos son menos, porcentualmente hablando, pero no menos a lo que perciben”, explicó Saúl Escobar.
Por su parte, la distribución del ingreso en México entre el salario que reciben los trabajadores y las ganancias de las empresas ha mejorado unos cuantos puntos porcentuales, al ubicarse en 28.3 por ciento del PIB nacional en 2021, 1.1 puntos más respecto a 2020 (27.2 por ciento); es decir, por cada 100 pesos que genera la actividad económica, 28 van a parar al bolsillo de los trabajadores y el resto, 72 pesos, engrosa el capital en sus diferentes formas: rentas, dividendos e intereses.
La distribución del ingreso nacional entre los salarios que perciben los trabajadores no se mueve arriba de 34 por ciento desde la crisis financiera internacional de 2008-2009.
Una recesión en Estados Unidos, alertó Escobar, pondría en riesgo las ganancias que se han tenido para los trabajadores mexicanos, por la consecuencia de despidos masivos.