Aunque el diálogo con las autoridades de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) ha comenzado a dar resultados en algunas unidades, la decisión del Colegio Académico (CA) de recalendarizar el trimestre –con fecha de inicio de clases para el 8 de mayo– fue interpretada por los paristas como “acto de violencia institucional”, que presiona al movimiento estudiantil a concluir las tomas sin resolver del todo los problemas que detonaron el conflicto.
Integrantes de la Asamblea General de Paro (AGP) de la unidad Iztapalapa consideraron que debido a la premura de las autoridades de terminar con la protesta “nos dicen que sí a todo”, pero sin saber cómo cumplirán sus compromisos o si los órganos colegiados de mayor rango realmente los aprobarán.
En entrevista con La Jornada, alumnas de la UAM Iztapalapa señalaron que la atención a la violencia de género es una de las principales exigencias de la asamblea local, igual que en las otras cuatro unidades, pues dicho fenómeno se agravó a lo largo de los años, a grado tal que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos emitió la recomendación 02/2020 por falta de protección a una víctima de estas agresiones.
“Derivado de eso, se pusieron en marcha las unidades y protocolos de atención por violencia de género, pero en estos años no se han tenido los resultados que se esperaban”, lo cual llevó a la emergencia de un paro “considerado feminista, protagonizado sobre todo por mujeres, que comenzó con mucha fuerza y aceptación”, aseguraron las estudiantes, quienes pidieron reservar su identidad.
A más de mes y medio del inicio del paro, “el diálogo se ha visto mermado porque la actitud de las autoridades sigue siendo indolente y autoritario. No hay comprensión, empatía y responsabilidad real frente al problema que señalamos”.
Las integrantes de la AGP indicaron que el inicio de las mesas de diálogo en Iztapalapa se dio apenas el lunes anterior porque se retiró el primer grupo que ocupó las instalaciones, lo que llevó a una reformulación del pliego petitorio de 11 a 17 puntos, con una visión más compleja, además de que las autoridades tardaron en reconocer el nuevo documento y luego presionaron para discutirlo en pocos días.
Por lo anterior, las estudiantes llamaron a sus compañeros a no dejar de movilizarse para exigir los cambios normativos que se necesitan en la UAM. “Por la presión contra nosotras, se pasa por alto que los problemas de violencia de género son reales y que para desarrollar actividades académicas se necesita una universidad más segura”, dijeron.