En el marco del 51 aniversario de la fundación del Instituto de Investigaciones en Educación, de la Universidad Veracruzana, tuvo lugar un taller-conversatorio en la ciudad de Xalapa, del 19 al 21 de abril, en el que concurrieron integrantes de disciplinas sociales, con predominio de la antropología, representantes del Congreso Nacional Indígena y colectivos solidarios del entorno zapatista, con una temática transversal a debatir denominada “Caminar con los pueblos, construir otras ciencias sociales”.
En intensas, emotivas y festivas jornadas de trabajo, cada día en distintos entornos, tanto universitarios como extramuros, se reflexionó sobre la compleja y en ocasiones conflictiva relación entre la academia y sus llamados “sujetos de estudio”, informantes, insistiéndose en la necesidad de acompañar y acuerpar los movimientos sociales emancipatorios a la manera que lo hizo Pablo González Casanova, comandante Contreras , quien fue recordado y honrado, y a quien se dedicó la actividad en curso. Precisamente, se destacaron los aportes de Pablo González Casanova y Rodolfo Stavenhagen de una línea de investigación abierta por José Carlos Mariátegui, en el avance conceptual de las ciencias sociales latinoamericanas, con sus nociones sobre el colonialismo interno, las relaciones clase-etnia, en el contexto de sociedades plurilingüísticas y multiétnicas que caracterizan a nuestra América.
Claro, hay que seguir las advertencias del propio González Casanova de formular las redefiniciones de los conceptos fundamentales. Por ello, él destacaba que no podemos quedarnos en el concepto tradicional de lucha de clases, que conserva un sentido fabril y economicista del que no logra desprenderse. El concepto de explotación tampoco es suficientemente comprensivo. Ambos conceptos, afirmaba, “el de clases y el de explotación, requieren ser complementados o superados por el de dominación y apropiación del excedente y de la riqueza a costa de los trabajadores y de los pueblos, en procesos de apropiación del plus-valor y del capital acumulado, y en procesos de distribución y apropiación inequitativa del excedente y de la riqueza”. Ambos conceptos, “vinculan el poder político, represivo, informático, cultural y social con las relaciones de producción”.
Desde los pueblos indígenas, algunos de sus representantes egresados de las universidades y los movimientos de resistencia anticapitalista, se escucharon reclamos fundados,hacia una ciencia social considerada tan extractivista como una corporación minera, con su “ingeniería de conflictos”, e incluso, en ocasiones, colaboracionista de los actuales procesos de recolonización que se dejan sentir en los megaproyectos del gobierno federal, como el Tren Maya, el Corredor Interoceánico y el Proyecto Integral Morelos, Puebla, Tlaxcala. Una y otra vez se planteó el interrogante: ¿para qué y para quién la ciencia social?
Todo ello en el marco de una mundialización capitalista permeada por la militarización y el militarismo, la necropolítica, la violencia extrema del crimen organizado, que, como otra corporación capitalista, invade territorios rurales y urbanos y sirve como otro instrumento del Estado y las trasnacionales para el desplazamiento forzado, el despojo y la desposesión de los pueblos y las clases trabajadoras del campo y la ciudad.
Cuando se expusieron los procesos de militarización y militarismo, el auditorio tuvo la posibilidad de ver una muestra de este último, al exhibirse uno de los videos de apología de las fuerzas armadas, producidos por Sedena y el INAH, en el que personal armado (contraviniendo la normativa de zonas arqueológicas) realiza una singular ceremonia castrense, de supuesta inspiración prehispánica.
Se refrendó la importancia del zapatismo como referente de la lucha social en este siglo XXI, como la fuerza política y moral que incide en las resistencias de los pueblos indígenas, y se destacaron los esfuerzos del Congreso Nacional Indígena, que a contracorriente y pese a la violencia imperante, articula el movimiento nacional que enfrenta la recolonización de los territorios, y construye autonomía como instrumento concientizador de un poder popular que sigue los preceptos del mandar obedeciendo que el EZLN practica en los tres niveles de gobierno de sus territorios autónomos. Se ratificó la estrategia programática de la autonomía, como forma de construir la utopía concreta en la unidad de los pueblos y las clases trabajadoras. La travesía por la vida por la Europa insumisa representa, en esta dirección, un esfuerzo de diálogo y encuentro, en la tarea titánica de globalizar las luchas para enfrentar, hermanados, al sistema capitalista.
El conversatorio cumplió con el objetivo de un comprometido comité organizador de abordar los avatares del caminar con los pueblos y de construir otras ciencias sociales, tejiendo alianzas entre academia y movimientos sociales.