El azul corrupto profundo con el que los panistas han deleitado a sus fieles seguidores, ha descubierto a muchos que el mal, el mal de la corrupción, también está muy metido en el corazón de ese partido, en la alcaldía Benito Juárez de esta cuidad.
Los de la C-2 –Taboada, Tabe–, demostraron de igual forma que no necesitan de Calderón o de Fox para realizar las pillerías que les vienen en gana, y que siguen las enseñanzas –corregidas y aumentadas– de sus mayores, y no tanto, por ejemplo, de Jorge Romero, hoy diputado federal, uno de los tres cerditos que dejaron muy lastimada la idea de ayuda a los damnificados del sismo, y claro, del infatigable Christian von Roehrich, quien sucedió al mismísimo Romero al frente de la entonces delegación Benito Juárez.
Entonces, la creencia aquella de que los panistas eran la imagen de la decencia y de buen gobierno se desmoronó. Ya no hay cómo presentar a esa organización como una posible alternativa política.
No hay necesidad de ir a ninguna encuesta. Morena no tiene contrincante, y eso no parece favorecer a una buena elección, por el contrario, explica que en la Ciudad de México cualquiera, o casi, de los o las que pudieran convertirse en candidatos no enfrentará a ningún adversario razonablemente competitivo.
Por tanto, hoy la elección interna en Morena será en realidad la que nos diga quién será el jefe o la jefa de Gobierno que sustituirá a Claudia Sheinbaum, y el cuidado, la responsabilidad de un asunto de este calado lo debe entender muy bien la militancia o quienes vayan a participar en la encuesta de donde saldrá el nombre del o la sucesora.
Las condiciones elementales con las que debe competir cualquiera que se inscriba en la carrera sucesoria son: que sepa de administración pública, que entienda la política como arma para lograr un mejor reparto de la riqueza, y que conozca la ciudad, no sólo la alcaldía en la que viven o gobiernan.
Parece increíble, pero algunos de los mandatarios que han pasado por la administración de esta ciudad no cumplieron alguna de estas condiciones, o de plano ninguna a cabalidad.
El resultado de malas elecciones o de elecciones sin contrincantes han sido desastrosas, lo mismo en el gobierno central que en las alcaldías, o tal vez deberíamos decir que lo peor está en las alcaldías, para no errar, pero va más allá.
Si la oposición, en este caso los panistas, no son opción y en Morena más que la razón triunfa el capricho –perdón, la encuesta–, mal la vamos a pasar.
Ojalá la encuesta sea lo más honesta posible; está en juego el futuro no sólo de la ciudad, sino de la política en todo el país. Eso se debe entender muy en serio.
Y por ningún motivo debe dejarse a la capital del país en manos de quienes puedan convertirla en el bocado que sacie sus apetitos inconfesables, y tampoco en quienes sirvan a las ambiciones frustradas de quienes algunas vez se sintieron dueños de la ciudad. Por tanto, lo que viene es de cuidado y la ciudadanía tiene la última palabra.
De pasadita
Los que al juzgar por las bardas que han pintado en los bajopuentes del Circuito Interior, por ejemplo, son los del Partido Verde, que ya decidieron dar su apoyo a Claudia Sheinbaum para convertirla en su candidata a la Presidencia de la República.
Nada de encuestas, nada de andar deshojando margaritas, para los del Verde el asunto ya fue procesado y es Claudia, nadie más. Se fueron hasta el fondo.