Río De Janeiro., En su granja de Sinop, en Mato Grosso, el llamado granero de Brasil, Ilson José Redivo terminó hace algunas semanas su siembra de maíz, realizada inmediatamente después de cosechar soya en el mismo terreno.
Esta safrinha (pequeña zafra), surgida en los años 1980 como un cultivo secundario, superó hace una década a la cosecha de verano y, gracias a ella, se espera que Brasil alcance un nuevo récord de producción.
Con ello, podría desplazar a Estados Unidos como líder exportador de maíz, algo que sólo ocurrió en 2013.
Redivo encadena los dos cultivos, soya y luego maíz, en “casi 100 por ciento” de sus parcelas, que ocupan mil 550 hectáreas. La cosecha del cereal se realiza en junio.
La producción brasileña de maíz debe alcanzar los 124.9 millones de toneladas (10.4 por ciento más respecto al año pasado), de las cuales 76.3 por ciento corresponden a esta segunda zafra, según el último informe de la estatal Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab) publicado la semana pasada.
Esto, a pesar de un “retraso en la cosecha de soya” debido a un “exceso de lluvia” en Mato Grosso, principal productor de soya y maíz del país y donde el invierno templado y la distribución de lluvias posibilitan una segunda zafra anual.
El alza de los precios del maíz, impulsados especialmente por la apertura de fábricas de etanol producido a partir de este cereal desde 2017, ha estimulado a los productores a invertir en esta safrinha, explica Redivo.
“El segundo cultivo de maíz se ha tornado más atractivo, hemos comprado más fertilizantes, semillas genéticamente mejoradas y máquinas agrícolas que permiten una siembra más rápida y precisa”, apunta.
Además, fue posible “aumentar la superficie” destinada al maíz, “mejorar nuestra productividad y, con ello, elevar nuestra producción de forma significativa”.
Existe una alta demanda del maíz brasileño, en especial por los problemas que enfrentan exportadores tradicionales como Estados Unidos y Argentina, afectados por el clima y la guerra en Ucrania.
También impulsa esta demanda la apertura del mercado chino, tras la firma de un acuerdo entre Brasilia y Pekín a principios de 2022.
Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, el gigante sudamericano podría exportar 52 millones de toneladas de maíz este año, frente a 31.9 millones de toneladas en 2022, y superar así a la nación estadunidense, cuyas proyecciones de exportación se estiman en 49 millones de toneladas.