Con la fascinación por crear cuadernos en los que se plasmen textos o dibujos que perduren con el paso del tiempo y el ideal de “vivir de lo que nos gusta”, Llubia de la Cruz Martínez inició en 2007 un proyecto personal de encuadernación artesanal y diseño que se transformó cinco años después en una cooperativa familiar y sumó al siguiente plan un nuevo giro: Café Mayahuel, aunque no fue sino hasta mediados de 2021, después de la pandemia, que este segundo propósito comenzó a consolidarse con apoyo de la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo.
Ahora, su intención es instalar una segunda sucursal de la cafetería en el centro de Coyoacán y constituir el Centro Cultural Mayahuel, en el que impartirá talleres de creación artesanal y encuadernación.
Con la convicción de crear su propia marca Tinta Grana, Llubia egresó de la licenciatura en diseño de la Escuela de Diseño del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura e instaló el taller especializado en su casa de la calle San Guillermo, en la colonia Santa Úrsula Coapa, Coyoacán.
Conforme el negocio prosperó, con la ayuda de su familia –su mamá Leticia Martínez Ochoa y su hermana Brisa, quien cursó la carrera de contaduría en la UNAM–, contrataron a más personas para la producción manual de las libretas y denominó a la empresa Lellubrir, que conjuga las primeras letras de sus nombres y al final la de su padre, Roberto de la Cruz Mireles, fallecido hace siete años, pero presente en un retrato al centro de una vitrina del café.
Él era arquitecto, cuenta Leticia, “en paz descanse, me hizo esta casa”, que alberga en la planta baja el café, el taller en el tercer nivel y planean usar los salones del segundo piso como talleres del centro cultural. Ella tuvo la iniciativa de convertir la empresa en cooperativa en 2012, con la asesoría del entonces secretario del Trabajo y Fomento al Empleo, Benito Mirón Lince, quien asistió a la inauguración cuando fue registrada ante el Instituto Ciudadano del Emprendedor y Proyectos Productivos como un espacio pensado para impartir clases de economía social y solidaria, así como de convivencia vecinal.
Leticia, quién asumió la representación legal de la cooperativa, explicó que además de Llubia y Brisa se integró a la empresa su hermano Jorge Antonio Martínez Ochoa y Gerardo Casas, uno de sus más antiguos colaboradores.
Ese mismo año comenzaron a vender sus libretas en el Mercado Artesanal Mexicano del centro de Coyoacán –donde Leticia impartía talleres en la escuela de manualidades–, en el local 41 de la planta baja, donde las ofrece desde 35 pesos hasta mil 200, con tapas de cuero y en el que su producto más demandado, sobre todo por turistas extranjeros, son los cuadernos de viaje en el que escriben sus andanzas por el país.
Además, en la cooperativa se fabrican cuadernos de notas para hoteles que regalan a sus huéspedes, como el Palmasola, en Punta Mita, Nayarit; Akalki, en Bacalar, Quintana Roo, y El Santuario, en Valle de Bravo, estado de México.
Llubia piensa que el arte de la encuadernación, que dijo es un oficio el cual afortunadamente ha cobrado auge en la Ciudad de México, puede fomentar a las nuevas generaciones a que escriban y sean creativas, “no estar atenidos al teclado y a que la inteligencia artificial corrija nuestras faltas de ortografía”, pues le fascina la idea de que los textos plasmados en sus libretas lleguen a convertirse en libros.
La cafetería que abrió en 2017 –“es que necesitamos el café para sentirnos más creativos”, dice Llubia–, ofrecía servicio sólo los fines de semana por las tardes, cerró por la pandemia y con un apoyo de la Secretaría del Trabajo local del Programa de Fomento, Constitución y Fortalecimiento de las Empresas Sociales y Solidarias” se reinauguró a mediados de 2021 y atiende de lunes a viernes de 8 a 13 horas donde también se exhiben sus productos de encuadernación.
Anuncia que la empresa familiar seguirá creciendo no sólo en proyectos como el centro cultural, sino en integrantes. Actualmente da empleo a siete personas en el taller y a tres más en el café, planean incorporar a tres cooperativistas más y buscar otro apoyo económico para cumplir sus propósitos y mantener el ideal de vivir de lo que a ellos les gusta crear.