Mientras los padres, las madres y los compañeros de los 43 normalistas de Ayotzinapa se preparan para la acción global número 103 en exigencia, como desde el principio, de verdad y justicia para sus hijos, esta semana la policía de Guerrero y la Guardia Nacional (GN) reprimieron con gases lacrimógenos a un grupo de estudiantes de la misma Normal que protestaban en la Autopista del Sol por falta de atención a sus demandas de mejores condiciones educativas.
La combatividad de los estudiantes de Ayotzinapa es legendaria. No se conforman, exigen. Se forman no sólo como profesores de niños y niñas de zonas rurales y empobrecidas, sino como seres humanos comprometidos con el acontecer nacional y, sobre todo, con el de su región, empezando por su escuela.
Por eso se apostaron en la autopista, pues de otra manera no serían vistos ni escuchados. Su demanda principal es la presentación de sus compañeros desaparecidos en Iguala en septiembre de 2014, pero no dejan a un lado su cotidianidad ni las reivindicaciones vinculadas a un mejor desempeño académico. Pero a sus requerimientos de mejorar sus instalaciones y de entrega de equipo de cómputo, materiales didácticos, uniformes y autobuses para salidas de campo, entre otros, el gobierno de Guerrero y la GN respondieron con gases lacrimógenos y equipos antimotines. Ellos lanzaron piedras, pues están acostumbrados a la refriega desigual.
Los estudiantes salieron en autobuses de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, ubicada en Tixtla, rumbo al punto de la carretera conocido como Parador de Marqués, donde ya los esperaba la policía. Marcharon primero en Chilpancingo, la capital del estado, donde meses atrás entregaron un pliego petitorio sin haber obtenido hasta la fecha ninguna respuesta de las autoridades. Por eso la marcha, pues jamás se les ha dado algo que no hayan logrado con movilizaciones.
Hace 103 meses, casi nueve años, sus compañeros salieron a tomar autobuses para participar en la marcha del 2 de octubre de 2014. Hasta hoy están desaparecidos. “Sabemos que cuando no defendemos nuestros derechos se pierde la dignidad, y la dignidad no puede ser negociada”, dicen sus padres y madres rumbo a la movilización del 26 de septiembre.