Ciudad de México. Cuatro siglos atrás los jardines botánicos eran espacios cerrados, exclusivos para los reyes o los emperadores, relata el biólogo Salvador Arias. Pero hoy en día se puede caminar y aprender entre veredas rodeadas de tesoros vegetales, como el que resguarda Ciudad Universitaria y que hoy invita a sus paraísos de cactáceas, agaves, orquídeas y plantas tropicales para recibir a todo el público con medio centenar de actividades con motivo del Día Nacional de los Jardines Botánicos.
“El jardín es un museo viviente” explica Arias Montes, quien dirige esta área universitaria de investigación y difusión. “Es un espacio para que las personas conozcan, se maravillen, aprendan sobre la gran diversidad de plantas”. En lugar de objetos inertes en espacios cerrados, como en un museo, cuidan de colecciones como si fueran las distintas salas. “Nosotros tenemos 14 diferentes, cada una de ellas con un objetivo particular”.
Durante una visita al sitio, el especialista comentó: “los jardines botánicos son espacios muy relevantes para la sociedad humana desde épocas pretéritas hasta la actualidad, porque conjugan una serie de elementos”, afirmó en entrevista el jefe del jardín adscrito al Instituto de Biología (IB) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), durante un recorrido. “Aquí se genera conocimiento sobre el uso, la conservación y el estudio interno de las plantas”.
Luego, el conocimiento debe ser divulgado a la sociedad. “Un jardín botánico es más que un parque, porque sus colecciones vivas están integradas precisamente para el estudio de esas plantas y con cédulas informativas de cómo se llama, de dónde viene, para qué sirve y decirle a los visitantes la relevancia de esa planta. Unas son medicinales, otras alimento, algunas están en peligro de extinción”.
Finalmente, añade, “funciona para que los visitantes encuentren un espacio de descanso, reflexión; más en los momentos actuales por estrés, pandemia y situaciones de riesgo, un jardín se vuelve ese espacio maravilloso para que el público salga recargado y siga su vida cotidiana”, dice el científico que con gozo recorre y admira los distintos grupos de colecciones, entre ellas su planta favorita, la biznaga dorada, clasificada en peligro de extinción.
Hoy día los espacios son para ellos, comenta el doctor Arias, mirando a gran número de jóvenes recostados bajo los pinos, abetos, encinos y ahuehuetes que crecen el área del arboretum, unos llegan desde la Universidad, otros desde el CCH Sur. Al fondo de la gran área verde, un pequeño salón resguarda un rincón, que al entrar permite sumergirse a otro mundo, al estilo Julio Verne, en un paisaje rocoso y abundante de selva, como en el sureste mexicano. El invernadero, actualmente cerrado para su renovación, abrirá como una ocasión especial este sábado, con visitas guiadas y con acceso controlado.
Bellezas accesibles para todos los admiradores
Fundado en 1959, en sus 12.7 hectáreas se resguardan unas mil 200 especies, la gran mayoría nativas en México, crecen de manera silvestre en alguna parte del territorio, con un total de unos 7 mil ejemplares vivos, incluida la colección de agaves más grande e importante en el mundo. Y de ellas unas 300 están en alguna categoría de peligro de extinción. Son plantas de zonas áridas, templadas y tropicales.
Después de años complicados por el cierre a causa de la emergencia sanitaria, el Jardín Botánico impulsa nuevamente la llegada de visitantes a la zona instalada junto a la reserva ecológica del Pedregal de San Ángel, revestida de roca volcánica al noroeste del estadio universitario. La celebración de este día nacional es la primera vez que invita a un gran acto presencial después de la pandemia, celebra el doctor Arias, emocionado por mostrar las bellezas accesibles para todos los admiradores.
“Lo que tenemos que divulgar es que no hay una sola manera en que se exprese el cambio climático, no es solamente que llueva demasiado o deje de llover”, opina el investigador. Hace un par de años se fundó una nueva colección llamada Jardín de las interacciones, justo para entender la relación entre plantas y polinizadores. Un tema importante también son las plantas en peligro de extinción. Por ejemplo, en México hay conjuntos de cactáceas, cícadas y orquídeas en alto riesgo.
Hay otro fenómeno importante que se está revalorando en los cinco años recientes, es el valor biocultural de muchas plantas y animales. “Nuestro país es uno de los principales con alto número de especies de plantas, también un alto número de pueblos originarios, quienes tienen ya una tradición de siglos sobre el manejo de sus propios recursos. Esto es histórico, desde los tarahumaras hasta los tsotsiles en Chiapas saben lo que tienen que hacer con sus plantas, eso es algo que tenemos que refrendar. Nuestro jardín ha desarrollado la propuesta de una floresta etnobiológica para mostrar estos manejos de los recursos. “Entender la condición biocultural es algo que ya no podemos dejar de hacer”.
De adolescente, dos actos cambiaron su perspectiva, una la visita al planetario y otra, “me trajeron aquí, me impactó. Ahora que trabajamos en este lugar”, dice mientras mira a los jóvenes descansar, esos que espera que algún día sean los biólogos que aprendan sobre plantas y propaguen el conocimiento. Porque ahora cualquiera, no sólo los reyes, pueden admirar los tesoros resguardados bajo el cielo de la ciudad.