Uno de los puntos centrales del derecho es la paz sustentada en la justicia, la seguridad jurídica y el bien común; sin embargo, se confunde la seguridad jurídica con la seguridad pública. La seguridad pública (la seguridad propia del estado, no del ciudadano, con el fin de justificar sus acciones) no es un derecho sustancial; a diferencia de la seguridad jurídica, la que permite al ciudadano saber qué se puede hacer, conforme a las leyes aplicables.
En el libro “El derecho al revés” de Silvino Vergara Nava editado por Pármenas (Puebla), se hace una crítica a la democracia, un “gobierno de incompetentes”, porque la burocracia dejó de ser efectiva. Lo extraordinario es que un trámite se resuelva rápida y fácilmente. Pueden pasar meses sin que la Comisión Federal de Electricidad atienda un reporte de mal funcionamiento en el servicio, por ejemplo. La discrecionalidad administrativa, prevista en leyes, atiende más a factores de poder real o burocrático, que a preservar y mejorar los derechos humanos de la ciudadanía; bastaría revisar la reciente iniciativa de los partidos políticos para intentar que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación careciera de facultades legales para revisar los actos al interior de los partidos políticos. La corrupción y la sobrecarga a los particulares tanto en temas fiscales como administrativos apuesta, en apariencia, al error de los ciudadanos y a la sanción respectiva: los trámites dificultan actuar conforme a derecho. Vergara precisa la dificultad en acceder a la administración de la justicia, al referir que pocas sentencias pasan de los trámites procesales. Acuña la frase “dame el derecho y ya veremos”, en burla del apotegma “dame los hechos y te daré el derecho”. Este conflicto se complica con leyes mal hechas, “imprudencias legislativas”, y su sistema de castigos, desde la falta administrativa hasta la privación de la libertad, que termina en una amenaza selectiva.
Un libro con muchos enfoques donde se establece la educación de valores y la importancia de la lectura como parte de una solución que no puede quedar en manos de unos cuantos.
Todos aspiramos a una “democracia más madura”.
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