Ciudad de México. Cada día en la Ciudad de México se generan un total de 12 mil 204 toneladas de residuos sólidos, con 1.07 kilogramos por habitante, incluida la población flotante, de las cuales más de la mitad (es decir, 6 mil 482 toneladas) terminan en los rellenos sanitarios del estado de México y Morelos, con un costo al gobierno capitalino de 2 mil millones de pesos al año.
Pese a los esfuerzos de la administración central, que en los pasados cuatro años ha logrado disminuir en mil 600 el número de toneladas de basura que van a dar a los rellenos sanitarios, persiste la deficiencia en la recolección de los residuos a cargo de las alcaldías, con la existencia de alrededor de mil 34 tiraderos clandestinos en los que, en un año, se acumulan 284 mil 76 toneladas de desechos.
Sólo durante 2022 se encontraron más de mil toneladas de basura en las 33 barrancas del poniente de la ciudad, de donde se sacaron de manera manual toda clase de desechos, como llantas, alfombras, muebles, tazas de baño, televisores y colchones, refirió la subdirectora de Áreas de Valor Ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente (Sedema) capitalina, Ameyalli Pérez Hernández.
En años recientes también se ha dado el retroceso en la separación de la basura en orgánica e inorgánica, a grado tal que alcaldías como Álvaro Obregón sólo clasifica 12 por ciento de sus desechos, seguida de Cuajimalpa, 14 por ciento; Cuauhtémoc, 18 por ciento, y Miguel Hidalgo, 19 por ciento.
En esta labor destaca Milpa Alta, que pasó de 72 por ciento en 2019 a 92 por ciento, es decir, que prácticamente la totalidad de la basura que produce es separada.
Se estima que al día se generan 5 mil toneladas de basura orgánica, pero sólo se separan, en promedio, mil toneladas, que son llevadas a la planta de composta en Bordo Poniente, mientras el resto se revuelve con el material inorgánico, lo que hace más difícil su procesamiento, por la humedad que contiene.
Registros de la Secretaría de Obras y Servicios (Sobse) refieren, incluso, que ha habido disminución, pues mientras en 2019 se recuperaban mil 132 toneladas diarias, para 2022 esta cifra disminuyó a mil 108, es decir, 24 toneladas menos, a pesar de que se trata de una medida impulsada desde hace dos décadas.
Lenta erradicación del plástico de un solo uso
Al igual que la separación de basura, también ha sido lenta la desaparición de los plásticos de un solo uso.
La restricción que se impuso, primero para las bolsas de plástico en enero de 2021 y para desechables como popotes, charolas, vasos, platos y cubiertos un año después, encaminada a dejar de producir estos desechos como parte del Plan de Acción Basura Cero, no se ha logrado desterrar su uso por completo.
Rogelio Jiménez, director de Regulación y Registros Ambientales de la Sedema, sostuvo que la prohibición busca un cambio en los hábitos de consumo y se trata de un proceso largo, en el que aún no se tienen los resultados esperados.
Un caso de éxito son las tiendas de autoservicio y plazas comerciales, donde se logró que prácticamente ningún negocio entregue bolsas de plástico, y se obtuvo resultados parciales en el sector restaurantero, el cual opta cada vez más por utilizar otro material para los contenedores del servicio a domicilio.
Sin embargo, el servidor público reconoció que aún falta generar más conciencia en los pequeños comercios, así como tianguis y mercados, donde persiste la entrega de bolsas y utensilios de plástico de un solo uso.
Explicó que algunas empresas han optado por fabricar estos artículos con materiales compostables, pero se desconoce el volumen de la producción que ha hecho esta transición, y como tal también el de la reducción de aquellos hechos con plástico. “Lo que sabemos es que las tiendas de autoservicio movían 50 por ciento de las bolsas que se producían con este material”, refirió.
A tres años de la prohibición de estos productos, se han realizado 3 mil visitas a establecimientos, en las que 700 empresas fueron apercibidas y se impuso 44 multas por 4.8 millones de pesos, cinco clausuras y ocho cierres parciales a locales mercantiles.
El reciclaje en la Ciudad de México es otro tema de claroscuros, pues si bien hay materiales como tereftalato de polietileno (PET), aluminio, papel y cartón, que tienen alto porcentaje de aprovechamiento, aún existen otros productos con gran potencial que no suelen reutilizarse.
En la actualidad hay 220 empresas que cuentan con autorización de la Sedema para el reciclaje de desechos, pero de acuerdo con la Sobse, de las 12 mil 204 toneladas de basura que se recolectan a diario, un total de 4 toneladas se reciclan antes de llegar a los centros de transferencia de basura, ya sea en los domicilios o por los trabajadores de limpia.
De la termovalorizadora a la planta de biocarbón
Una vez cancelada la planta termovalorizadora El Sarape, que promovió el anterior gobierno como la panacea para el reaprovechamiento de la basura, la actual administración optó por nuevas plantas de separación y reciclamiento, así como una de biocarbón, que impulsa con el Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Arturo Bastida Acuña, director ejecutivo de Transferencia y Disposición Final de Residuos Urbanos de la Sobse, señaló que en este sexenio se han realizado esfuerzos para ampliar la infraestructura para tratar los residuos sólidos que no se habían hecho desde la década de los 90, cuando se construyeron tres plantas de separación de basura (dos en San Juan de Aragón y otra en Santa Catarina) y se retiró a los pepenadores de los tiraderos a cielo abierto.
Recordó que el cierre del Bordo Poniente se realizó sin un plan más allá que mover los desechos a los vertederos del estado de México y Morelos, que anteriormente tenía un costo de 2 mil 800 millones de pesos.
“Entre 2014 y 2015 se instalaron dos plantas de compactación de basura, pero no hubo mayor inversión hasta el fallido intento en la anterior administración, encabezada por Miguel Ángel Mancera, cuando se pretendía construir una planta con valor de 10 mil millones de pesos para procesar la basura.”
Detalló que con una inversión de 385 millones de pesos se construyó la estación de transferencia y planta de selección de Azcapotzalco, que tiene capacidad para procesar mil 400 toneladas al día, y está en obra una más en San Juan de Aragón, que recibirá otras mil 200 toneladas de desechos a diario. Está por ponerse en marcha la planta de carbonización hidrotermal en el Bordo Poniente para producir carbón vegetal.
Hasta ahora, añadió, la cantidad de residuos sólidos enviados a rellenos sanitarios se redujo a 6 mil 482 toneladas al día, cuando en 2019 eran 8 mil 31 toneladas, y se incrementó el promedio diario de desechos procesados para combustible derivado de residuos (CDR) de 769 toneladas a mil 123 toneladas, que son usados en hornos cementeros.
A diferencia de las instalaciones en San Juan de Aragón, donde la separación de basura aún se realiza de manera manual por los antiguos pepenadores, en Azcapotzalco convergen en un mismo espacio la estación de transferencia y la planta de selección, con la ventaja de que el proceso se realiza de manera mecánica por tipo de residuo y tamaño, como cartón, envases, bolsas, películas plásticas y vidrios, entre otros.
Con capacidad para recibir 30 camiones de basura simultáneamente, provenientes de las alcaldías Azcapotzalco, Gustavo A. Madero, Miguel Hidalgo y Cuauhtémoc, mediante un sistema de bandas los residuos reciclables son separados, almacenados y posteriormente compactados y embalados para su venta.
Todo se utiliza
“Todo el material que no se puede recuperar es procesado para combustible derivado de residuos (CDR), todo se utiliza, nada de lo que entra a la planta va a rellenos sanitario”, asegura Ricardo Estrada, encargado de la planta, que cuenta con tecnología que evita la propagación del ruido y el mal olor.
La planta, que se inauguró en julio de 2021, ha permitido en un año de operación ahorros de transporte y disposición final de 37 millones 143 mil pesos, más la venta de reciclables de 15 millones 867 mil 391 pesos.
En un recorrido por el lugar, se pudo observar el proceso del tratamiento de los residuos, que pasan de una banda a otra, en el que prácticamente todo es mecanizado. Incluso se cuenta con un mecanismo para romper las bolsas y un separador magnético de metales. Es hasta el final cuando los trabajadores intervienen para seleccionar 12 productos, los más demandados por los recicladores, para su venta, mientras el resto es compactado en pequeñas pacas, que es utilizado para combustible en hornos cementeros.
“Hacemos una subasta al mes e invitamos a los recicladores a que nos hagan una oferta. Cada material tiene un costo diferente; por ejemplo, el PET es de 8 pesos por kilo, es decir, 8 mil la tonelada, y les asignamos el material durante un mes. El dinero que se obtiene se ocupa para la operación de la planta”, refirió Estrada.
Detalló que el Gobierno de la Ciudad de México es el rector que coordina todas las actividades, pero son distintas empresas las que se encargan de la operación, como las de limpieza, fumigación y las básculas.
Adicionalmente, el gobierno de la ciudad prepara el inicio de las pruebas operativas en este trimestre de la planta de carbonización hidrotermal en el Bordo Poniente, un ambicioso proyecto que convierte la basura orgánica en hidrocarbón, que puede ser utilizado como combustible de cementeras y para la generación de energía. En una primera etapa se podrán procesar 72 toneladas diarias de desechos orgánicos, pero la meta es llegar a 2 mil 500 toneladas para producir 300 toneladas de hidrocarbón.