Madrid. La cólera social no disminuye en Francia. Y las manifestaciones contra la polémica reforma del sistema público de pensiones impulsada por el presidente, Emmanuel Macron, continúan, como la que ocurrió en el distrito financiero de París, en la que un centenar de manifestantes irrumpieron en la sede central de Euronext NV, el principal operador bursátil del mercado financiero.
Al igual que hicieron hace unas semanas en las oficinas del fondo de inversión BlackRock, la ciudadanía francesa está enfocando su malestar en las grandes corporaciones que se benefician de los criterios neoliberales de la actual administración francesa.
Después de que el Consejo Constitucional emitió su dictamen favorable del proyecto de reforma, Macron ya anunció que no daría marcha atrás y que culminaría la reforma que marcará su segunda legislatura al frente de la presidencia del país. Ni siquiera las masivas y reiteradas protestas, en las que ha habido hasta doce movilizaciones nacionales y huelgas generales en sólo cuatro meses, han hecho rectificar a Macron.
Entre tanto, los trabajadores, los sindicatos y los estudiantes siguen movilizándose contra la medida, con persistentes actos de protesta, como el que ocurrió ayer en la capital parisina, en la que varios centenares de personas recorrieron el distrito financiero y en un momento dado, al pasar junto a la sede de Euronext NV, irrumpieron en las oficinas con bengalas y gritando consignas contra Macron y a favor de los trabajadores. Fue un acto pacífico, que duró menos de una hora, en el que los ciudadanos indignados llamaron la atención de las autoridades para que “buscaran el dinero que necesitan para el sistema de pensiones” en “empresas como esta”, según declaró uno de ellos a la televisión pública francesa, France24, que emitió la ocupación en directo. “Nos dicen que no hay dinero para financiar las pensiones, peor no hay necesidad, aquí hay bastante”, dijo al medio público Fabien Villedieu, sindicalista de Sud-Rail.
Durante la protesta también se escuchó un grito insistente, el mismo que se ha escuchado a lo largo y ancho de país en los últimos cuatro meses: “Macron dimisión”. Precisamente, el presidente francés visitó la localidad de Ganges, donde reconoció que “es normal el malestar de la gente y que así lo exprese, pero eso no me impedirá seguir viajando por el país”. Lo dijo en respuesta al recibimiento que le dieron en esa localidad un grupo de personas, que se concentraron en el centro del pueblo con cacerolas que hicieron sonaren todo momento y para lanzarle huevos y patatas, además hubo un corte de electricidad en la escuela de educación secundaria que Macron visitaba, que fue reivindicado por miembros del sindicato Confederación General del Trabajo (CGT).