Madrid. El rey emérito de España, Juan Carlos I de Borbón, inició una nueva visita a España, la segunda en tres años, desde que decidió trasladar su residencia habitual a Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes, ante el alud de investigaciones judiciales abiertas en su contra en España, Suiza y Reino Unido, la mayoría por presuntos fraudes fiscales, pago ilegal de comisiones y corrupción.
El ex jefe del Estado español está de nuevo en la localidad gallega de Sanxenxo, donde participará en un torneo marítimo de regatas. La clase política española tuvo reacciones encontradas a la visita; mientras que el gobierno del socialista Pedro Sánchez se mostró equidistante, la derecha a favor de la visita y la izquierda arremetió contra ella, al calificarla de “vergüenza”.
El rey Juan Carlos I aterrizó en el aeropuerto de la ciudad de Vigo en un lujoso avión privado, un Bombardier Global 5000 operado por Royal Jet LLC, un grupo de empresas de propiedad y operación de Abu Dhabi. Se presume que es propiedad de uno de sus amigos de aquel país, que el ex monarca suele utilizar en sus desplazamientos.
La visita a España del ex monarca viene precedida de una breve estancia en Londres, donde acudió a un partido de futbol de la Liga de Campeones entre el Real Madrid y el Chelsea. Desde la Casa Real británica se informó que durante su presencia en el Reino Unido no se había producido ningún encuentro con el actual rey inglés, Carlos III, quien es su primo.
A su llegada a España, Juan Carlos I no hizo ninguna declaración a los medios de comunicación, se trasladó en coche a la casa de un amigo en la localidad gallega donde se celebrará el torneo de regatas y ahí permaneció durante la tarde.
No se tiene prevista que en la visita se lleve a cabo algún encuentro con su hijo y actual monarca, Felipe VI, con el que mantiene una relación fría y distante desde su partida a los Emiratos Árabes y la sucesión de escándalos que le han salpicado desde entonces.
La vuelta del ex monarca español a suelo europeo viene precedido por el archivo de la mayor parte de los procesos judiciales que tenía abiertos en Suiza, España y en el Reino Unido, sólo queda pendiente uno que se sigue investigando en un tribunal de Londres sobre el presunto acoso y espionaje contra su ex amante y ahora enemiga, la princesa alemana Corinna Larsen.
Aunque con menos repercusión que hace dos años, pero la visita a España del ex monarca provocó reacciones encontradas en la clase política. Mientras que desde el gobierno se evitó pronunciarse, al menos desde la parte del gobierno del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), por respeto a lo que consideran una “visita privada” de un “ciudadano español”, desde la izquierda, incluida la que también forma parte del gobierno de coalición, como Unidas Podemos (UP) se habló con dureza de la visita.
La ministra de Asuntos Sociales y secretaria general de UP, Ione Belarra, calificó la visita de “esperpéntica” y que le producía “vergüenza ajena”, mientras que el ministro de Consumo y líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, consideró que su presencia en España “está fuera de lugar e incluso daña la imagen de España y de la propia monarquía”.
Desde la derecha, el líder del Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijoo, señaló que el rey Juan Carlos “está en su derecho de visitar España” y criticó al gobierno por “volver a erosionar la jefatura del Estado”. Desde la extrema derecha de Vox también se defendió el “derecho” de estar en España “como un ciudadano español más”.