Ciudad de México. Las contribuciones del reconocido poeta y ensayista David Huerta (1949-2022) a las letras mexicanas no se limitaron únicamente a sus obras poéticas. A la par de su labor literaria, se desempeñó también como editor. Los poemarios Erectario, del reconocido antropólogo mexicano Eduardo Matos Moctezuma, y Once, del etnólogo Sergio Raúl Arroyo, fueron los últimos trabajos que como editor supervisó el también docente y traductor poco antes de su muerte, los cuales fueron publicados por el sello editorial Cuadernos del Armadillo, que fundó el poeta junto con su esposa Verónica Murguía.
La presentación de ambos poemarios el pasado lunes en El Colegio Nacional, que contó con la participación de ambos autores y la escritora Verónica Murguía, fue motivo para rendirle un homenaje a David Huerta, así como a sus contribuciones como editor. En este caso, en la confección de los mencionados poemarios, que contaron con el trabajo del reconocido impresor y tipógrafo Juan Pascoe, fundador del Taller Martín Pescador, localizado en Tacámbaro, Michoacán.
Durante el reconocimiento a Huerta como editor, se destacó que dichas ediciones son trabajos artesanales hechos a mano por Pascoe, con tirajes muy reducidos, que reflejan la sensibilidad, el cuidado y belleza que puso en esos “cuadernos” el poeta y autor de Incurable.
Murguía, como escritora y esposa de David Huerta, en esta ocasión “agridulce”, debido a la ausencia del poeta y la presentación de los poemarios, recordó la creación del sello editorial Cuadernos del Armadillo y el reconocimiento que tenía David por el trabajo de impresión de Juan Pascoe, toda vez que Huerta “consideraba al libro, entre todos los objetos que nos rodean, el más importante: el transmisor de cultura más perfecto y uno de los inventos del ser humano que no puede ser mejorado”.
“La tipografía y la belleza de una página bien editada era una de las cosas que obsesionaban mucho a David, a quien le gustaban mucho las llamadas familias tipográficas”, recordó Verónica Murguía.
Respecto del poemario Erectario, de Matos Moctezuma, dijo que se trata de “un poemario escrito en prosa sobre el tiempo, la naturaleza de lo efímero y los amores fugaces, mientras Once, de Sergio Raúl Arroyo, es un poemario que se caracteriza por la concisión de los versos y donde también se encuentra una reflexión sobre el tiempo”.
Sabiduría gongoriana
Como autor, Arroyo recordó los primeros encuentros con David Huerta hace 30 años y el gusto que éste tenía por Góngora, además de agradecer su trabajo de edición. “La sabiduría gongorina de David se rebeló siempre contra la normalización de la estulticia, la crueldad o la unanimidad como formas de vida”, apuntó Arroyo.
“Once le debe mucho a David, casi todo. Para un etnólogo, con una larga carrera en el servicio público, no es sencillo hallar el valor de su propia trama literaria. Desde nuestro primer encuentro en la Casa del Poeta me animó a publicar y, en buena medida, a ampliar mi horizonte personal y abrir una ventana en mi mundo personal.”
Arroyo comentó asimismo el poemario del reconocido arqueólogo Matos Moctezuma. “El microcosmos de su libro, que pudiera ser el de muchos, el de cualquiera, contiene un relato personal que libera un cosmos de ideas, deseos, devociones y descorazonamientos. Allí se encuentra el interminable asombro de la sexualidad y lo cotidiano. Es una narración tenue y sencilla. Por un momento podemos mirarlo como él se ha mirado en su espejo interior”.
Erectario es un poemario que trata “sobre una historia verdadera de amor, cuya escritura implicó muchos años”, admitió el mismo Matos Moctezuma, el cual trabajó en los talleres de poesía de David Huerta.
“Yo respeto mucho la poesía y a los poetas; por esa razón, no les llamaría poemas, sino breves pensamientos”, explicó durante la presentación Eduardo Matos Moctezuma.
De manera jocosa, el arqueólogo recordó las primeras publicaciones de dichos textos y cómo algunas personas, como Marie José Tramini, esposa de Octavio Paz, y Miguel León Portilla, le decían y lo consideraban poeta. “La cuestión es que muchos de los que me han dicho que escribo poéticamente no son poetas; por lo tanto, no tiene validez”, bromeó.
Con un aire formal, reconoció y agradeció “la bella edición artesanal de Juan Pascoe, supervisada por David Huerta”, para luego dar lectura a sus “pensamientos”.