Hace una década el Maratón de Boston, el más antiguo del mundo, sufrió uno de los mayores atentados en un evento deportivo. El 15 de abril de 2013, unas horas después de que habían finalizado los ganadores y cuando aún llegaban competidores, estallaron dos bombas de fabricación casera cerca de la línea de meta con saldo de tres muertos, incluido un niño de ocho años, y 264 heridos.
El ataque fue perpetrado por los hermanos Dzhokhar y Tamerlan Tsarnaev, de origen checheno. Tamerlan fue abatido tres días después del ataque durante un enfrentamiento con la policía y Dzhokhar, capturado, recibió una sentencia de pena de muerte.
Ese acto violento provocó conmoción por la memoria aún fresca de los atentados aéreos de 2001 en Nueva York, sobre todo en una ciudad donde el maratón tiene un lugar especial.
Los habitantes de Boston se involucran de manera muy profunda con sus actividades deportivas. Los equipos de Medias Ro-jas, Patriotas de Nueva Inglaterra y los Celtics mueven multitudes apasionadas.
Además del cariño que profesan los bostonianos por su carrera, esta competencia representa el inicio de la primavera y el ánimo de sus habitantes cambia con su llegada.
Una miniserie de Netflix estrenada con motivo de este aniversario, recapitula la investigación y los efectos en aquellos que atestiguaron las explosiones. El entorno cívico que acompaña la carrera y las cicatrices que dejó en la memoria tanto de quienes fueron testigos como de los habitantes en general.
Los testimonios se refieren al día del maratón como una fecha que une a los ciudadanos sin importar su origen social o étnico. “La gente es amable y desea suerte a los competidores. Es un día de convivencia con los amigos, una fiesta para todos”, comentan en la miniserie.
Según el relato de esa producción, medio millón de personas veía en directo la competencia en Nueva Inglaterra.
El estallido se suscitó en un área donde el público veía pasar a los corredores, una acera decorada con banderas de varios países cerca de la línea de meta, y provocó una estampida de horror.
La imágenes son brutales, dolorosas, describe la producción, y la huella de aquel trauma persiste.
Además de esa miniserie, una película dramatizada titulada Día del atentado, producida en 2016, también relata los hechos.
El bateador de los Medias Rojas David Ortiz recuerda el impac-to de aquel episodio en la memoria de quienes vivían en la ciudad.
El legendario pelotero de los Medias Rojas sabe que lo que dijo en el primer partido en Fenway Park después del atentado con bombas en el Maratón de Boston tuvo un impacto en la ciudad y alrededor del mundo. El astro dominicano y muchos de sus compañeros campeones de la Serie Mundial de 2013 fueron reconocidos por ello el domingo pasado en Boston previo al partido de Medias Rojas contra Angelinos de Los Ángeles. Big Papi incluso fungió como el gran mariscal en la edición de ayer del maratón.
Cinco días después del atentado, la novena bostoniana jugó un partido como local y Ortiz se paró frente al montículo de lanzamiento y declaró: “Ésta es nuestra ciudad. Y nadie va a limitar nuestra libertad. Manténgan-se fuertes”.