En el círculo rojo de la opinocracia nacional, escuchar el concepto de “soberanía energética” (SE) genera reacciones extremas. El lugar más común para desacreditar cualquier política que tenga como uno de sus objetivos la búsqueda de la SE es invocar al “eje del mal” (Cuba, Venezuela, Nicaragua, etcétera). Como ejemplo, el 29 de marzo se publicó en el periódico Reforma (https://bit.ly/3mAmEU0) una columna que recoge y encapsula muy bien los razonamientos pero, sobre todo, el desconocimiento total de la opinocracia con referencia al sector energético.
En dicha columna, se exponen varias argumentos erróneos con respecto a:
1. La “renovada importancia” de la seguridad energética.
2. El modelo de transición energética “predilecto”, que se basa en energía eólica, solar fotovoltaica y gas natural como respaldo de la intermitencia y variabilidad inherentes a dichas tecnologías.
3. La inexistencia del concepto de “soberanía energética” a nivel internacional (salvo en los países que conforman el “eje del mal”).
Primero, para todo aquel que estudie los mercados energéticos de forma seria, su relación inseparable con la geopolítica, el crecimiento económico y que entienda que la disponibilidad del suministro energético es una precondición para una vida digna y, en muchos casos, un tema de vida o muerte, toda política energética es un balance. Para esto, en los espacios serios de debate sobre política energética, siempre se ha conocido el famoso trilema energético –escribí una columna sobre eso en junio del año pasado (“Seguridad energética”, La Jornada)–. Básicamente el trilema es el balance que debe observarse entre seguridad, sustentabilidad (financiera y ambiental) y asequibilidad (bajo costo y precio) de la energía. La seguridad energética se descuidó en países que confundieron vendedores por expertos y dejaron que ellos hicieran la “política energética”. Lo que realmente hicieron fue una política empresarial para la disminución del riesgo en la inversión del sector de la energía, cosa muy diferente.
Segundo, dicha columna, y en general la opinocracia, tiene la idea errónea de que el modelo de mercado marginalista combinado con mandatos de ley para aumentar las energías variables, solar y eólica (VRE) de alguna manera brinda seguridad en el suministro porque “diversifica las fuentes de energía”. Esto es totalmente falso. Nadie lo explica mejor que Meredith Angwin, en su libro Shorting the Trid: The Hidden Fragility of Our Electric Grid. El resultado de este modelo es extremadamente predecible. Se termina dependiendo del gas natural, es decir, la matriz energética de combustibles se reduce a uno solo, no diversifica. Es tan predecible, y ha pasado en tantos lugares, que se conoce como “la trifecta fatal”. Tal es la dependencia del gas natural para el correcto funcionamiento de las VRE que la Agencia Nacional de Investigaciones Económicas de Estados Unidos (NBER, por sus siglas en inglés) determinó que se requieren 100 MW de potencia de gas natural por cada 88 MW de VRE que se instalen (https://bit.ly/3mydeZ4). ¿Y qué creen que pasó en Alemania? Al dejar de tener gas, el modelo que, por cierto, traslada el riesgo de suministro de combustibles a todas las energías por igual, aunque no usen combustibles, funcionó como estaba previsto y aumento 400 por ciento las tarifas residenciales. Todo porque dicho modelo no brinda seguridad del suministro.
Tercero, y es el punto en el que más opinócratas coinciden y donde más caen en el error, el concepto de soberanía energética existe; está definido por múltiples organismos e infinidad de países (fuera del “eje del mal”) lo observan en su política energética. Una simple búsqueda en Google ahorraría a la opinocracia cometer estos errores. Pondré sólo algunos ejemplos, pero dejaré aquí un hilo en Twitter con todas las fuentes (https://bit.ly/3A1IBhM). El Laboratorio de Energía Renovable de Estados Unidos define la SE como “la habilidad de una comunidad o nación de producir internamente toda la energía necesaria”, mientras el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores lo menciona en su página web en repetidas ocasiones. La asamblea francesa estudia el concepto y recientemente emitieron un reporte de 390 páginas que busca explicar la pérdida de la SE en su país. Reino Unido y Estados Unidos utilizan el concepto en sus planes energéticos a futuro. La Agencia Internacional de la Energía, legisladores y la Asociación Nacional de Reguladores de Industrias Públicas de Estados Unidos describen la función de la energía nuclear en mantener y expandir la SE de dicho país. La Unión Europea establece, como objetivo de su iniciativa de ley de industria “Net Zero”, lograr y fortalecer la SE. La University College London define la SE como “la capacidad de las personas de tomar decisiones sobre su planeación energética. Hasta la empresa Iberdrola lo define en su página de internet y menciona que va mas allá de la seguridad del suministro.
En fin, el mundo cambia cada vez más rápido y el círculo rojo de la opinocracia incumbente se mantiene centrado en la fe de la mano invisible, concepto por cierto acuñado en 1776.
* Maestro en finanzas en el sector energético por la Universidad de Edimburgo. Especialista en temas energéticos
Twitter: @aloyub