Ciudad de México. “Murió el poeta”, así se dio a conocer en el mundo literario el fallecimiento de Octavio Paz hace un cuarto de siglo, el 19 de abril de 1998. Ensayista, traductor y diplomático, para “quien ver el mundo es deletrearlo”, exploró en su literatura el pasado prehispánico, la modernidad y la época barroca con la figura de Sor Juana Inés de la Cruz.
La casa nombrada en su honor y de su esposa Marie José Tramini, en el barrio de Tacuba, inaugurada el 31 de marzo pasado, ofrecerá actividades para conmemorar el 25 aniversario luctuoso del único Nobel de Literatura mexicano y uno de los grandes intelectuales del país. El Colegio Nacional (Colnal), institución a la que ingresó en 1967, también ofrecerá una lectura el miércoles, fecha de la efeméride.
“Estoy presente en todas partes y para ver mejor, para mejor arder, me apago”, escribió el poeta, y ese fue el epitafio que hace cinco lustros apareció en la página principal de este diario para anunciar su fallecimiento a los 84 años, en su casa en Coyoacán, víctima de cáncer. Uno de los autores más reconocidos del siglo XX fue despedido entonces en el Palacio de Bellas Artes, el máximo recinto cultural del país.
La cúspide del prestigio llegó en 1990 con el Premio Nobel de Literatura, otorgado “por la escritura apasionada con amplios horizontes, caracterizada por la inteligencia sensual y la integridad humanista”, como consignó la Academia Sueca. Fue un soldador que fusionó la reflexión sobre el pensamiento y la sensualidad, un amante de la lengua.
“Contra el silencio y el bullicio, invento la Palabra, libertad que se inventa y me inventa cada día”, escribió en su libro Libertad bajo palabra, un autor que definió la identidad mexicana, que así como admirado, también fue criticado.
En la semblanza que publica la Fundación Nobel, destaca El laberinto de la soledad (1950), una de sus obras más conocidas. Se trata de una colección de ensayos sobre la cultura mexicana, hasta ese momento sólo había difundido poesía. Se destacó porque lanzó un “no” contra la utopía izquierdista de una sociedad todo poderosa, en otra protesta contra un capitalismo carente de ética y cultura. Al igual menciona el importante poemario Piedra de Sol (1957), de corazón precolombino inspirado en el calendario azteca, y el ensayo Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe (1982).
“Es difícil definir lo que somos, pero nuestras obras hablan por nosotros”, pronunció en diciembre de 1990 en la ceremonia ante la academia y la casa de la literatura universal. “Las polémicas se disipan; quedan las obras”.
Octavio Paz Lozano nació el 31 de marzo de 1914. Creció en una vieja casa ruinosa, con un jardín selvático y una gran habitación llena de libros que en su infancia se volvió una caverna encantada. A los 17 años publicó sus primeros poemas en la revista Barandal. Hizo su debut literario con Luna silvestre, en 1933.
En 1943 recibió la beca Guggehnheim y realizó sus estudios en la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos. Antes, hizo su formación la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En la máxima casa de estudios tomó clases con Carlos Pellicer, quien introdujo al joven a los poetas Jorge Cuesta, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo y José Gorostiza.
Quiso ser un poeta moderno, como se definió Paz a sí mismo. “Mi búsqueda no fue quimérica, aunque la idea de modernidad sea un espejismo, un haz de reflejos. Un día descubrí que no avanzaba, sino que volvía al punto de partida: la búsqueda de la modernidad me condujo a mi comienzo, a mi antigüedad. La ruptura se volvió reconciliación. Supe así que el poeta es un latido en el río de las generaciones”.
En 1945 ingresó al Servicio Exterior Mexicano; fue embajador en Francia, Japón e India, donde se casó con su segunda esposa, Marie Jo. Antes, lo estuvo con la escritora Elena Garro. Fue durante su servicio en este país asiático cuando ocurrió la matanza de Tlatelolco, en 1968, hecho por el cual renunció a su cargo como protesta por la masacre.
Además del Nobel en 1990, fue reconocido con el Premio Cervantes en 1981, y en 1993 la revista Vuelta, fundada por él, recibió el Príncipe de Asturias. También fundó Plural.
La Casa Marie José y Octavio Paz ofrecerá una programación especial en el contexto del 25 aniversario luctuoso del poeta y escritor mexicano. El espacio, con la encomienda de preservar su legado, será sede de talleres, conferencias, narraciones orales y visitas guiadas por dos exposiciones; se ubica en Felipe Carrillo Puerto 445.
La casona en la colonia Tacuba resguardará su patrimonio, tal como era su deseo de que su archivo personal y biblioteca permanecieran en México, además de obras de arte, entre ellas de Antoni Tápies, Rufino Tamayo y Alberto Gironella.
En este lugar comenzarán las actividades desde mañana, cuando a las 19 horas se transmita el conversatorio virtual Dos poetas, dos domingos de abril: Sor Juana Inés de la Cruz y Octavio Paz, con los especialistas Sara Poot Herrera y Jorge Gutiérrez Reyna. El miércoles 19, día del aniversario, Adolfo Castañón hará la lectura de Tránsito de Octavio Paz y a las 13 horas José María Espinasa impartirá la conferencia Octavio Paz y las artes plásticas.
Al día siguiente empezarán las visitas guiadas entre la serie de objetos, como vestidos y fotografías, para conocer más sobre el escritor mexicano. La agenda continuará el viernes y sábado, la cual se puede conocer detalladamente en las redes sociales del nuevo espacio.
El Colegio Nacional preparó el homenaje El futuro de Octavio Paz: a 25 años de su muerte, el miércoles a las 18 horas, en el aula mayor del edificio de Donceles 104, en el Centro Histórico. Participarán, entre otros, Aurelio Asiain, María Baranda, Roger Bartra, Fabienne Bradu, Malva Flores y Alberto Ruy Sánchez.