La donación de un rebozo fue lo que detonó que la Cineteca Nacional montara la exposición María Candelaria, 80 años, que celebra la efeméride de esta gema de la cinematografía mundial, dirigida por Emilio Indio Fernández.
La bella pieza, de la región del Valle de Toluca, es parte del vestuario que utilizó la protagonista del filme Dolores del Río, cuya colección de objetos y ropa reunidos en años la actriz está depositada en el recinto de la colonia Xoco.
Ayer, en el espacio de la Galería, se abrió la “pequeña muestra que acompaña a ocho filmes en los que participa Dolores del Río (incluido el clásico mencionado)”, dijo el director de acervos de la Cineteca Edgar Torres.
El regalo del vestuario lo hizo Luciana Corres, sobrina nieta de la actriz (en conjunto con Jaime Chávez, quien resguardó por mucho tiempo la pieza). Y fue el pretexto ideal para revalorar a una cinta muy importante para los mexicanos.
Los archivos se centran en las películas pero los elementos, como los vestuarios, son importantes porque hablan no sólo de la obra cinematográfica sino también de una época y de su moda, así como de otras cosas más, dijo Torres, quien además destacó que esta donación “es muy importante para la Cineteca Nacional, porque se suma a la que ya cuenta la institución con vestuario, objetos personales y varios álbumes fotográficos, que son un lujo”.
Vestuario, fotogramas y carteles
Hay que recordar que fue la propia actriz, oriunda de Durango, quien tuvo la conciencia de resguardar el legado de sus colecciones, cediéndolas al pueblo de México. Por eso, en 1985 se creó la Colección Especial Dolores del Río, que amasa sus diversos objetos valiosos.
Cabe señalar que María Candelaria, filmada en 1943, fue muy importante en la carrera de la duranguense. En ésta, un pintor cuenta el misterio que encierra un cuadro de un mujer indígena desnuda. En el largometraje, el artista narra que en 1909, en Xochimilco, una mujer de nombre María Candelaria quiere casarse con su amor, Lorenzo Rafael (Pedro Armendáriz). Pero su pasado la persigue, ya que su madre fue una prostituta. Tal es el estigma que la acompaña que en algún momento es confundida con la mujer retratada en la pintura y es lapidada por el pueblo.
Luciana, sobrina de Dolores, agradeció a su tía “porque sigue nutriendo la cultura y la historia de México”. Pero antes, leyó unas palabras en el acto de apertura de la exposición (que consta de fotografías, carteles, fotogramas de la cinta y el mencionado ajuar).
“Me siento honrada de representar a la familia y de ser quien entregue a la Cineteca la emblemática pieza. El rebozo regresa a complementar, tras ochenta años, el vestuario de este entrañable personaje. Quisiera pensar que regresa a cobijarlo pero también que invita a reflexionar sobre el reiterado apedreo histórico que se ha descargado sobre la mujer, ésa que osa mostrar un brillo, que pueda ser una ‘amenaza’. A alguien como Eva, señalada por tener el deseo de la búsqueda del conocimiento: pecadora. Antes de ella, Lilith, por tener el deseo compartido: mujer fatal. O María Magdalena, apóstol de Cristo y ‘prostituta’. La Malinche, ‘traidora’. Y María Candelaria, ‘pecadora, mujer fatal, prostituta, traidora, pero sobre todo, inocente’.”
Mujeres brillantes
Por ello, “es fundamental reconocer a hombres valiosos que apoyan a mujeres brillantes, que no sólo no temen reconocer ese brillo, sino que tienen el deseo de participar en tal destello”.
Sobre la Colección de Dolores del Río resguardada en el máximo cine del país, hay que decir que fue en 1985 cuando Lewis A. Riley, ex esposo de la famosa histrionisa, hace la primera donación. Se trataba de lo que ella había guardado a lo largo de su fecunda vida. Entre ello está el vestuario de María Candelaria, cuyo diseño fue de Armando Valdés Peza, quien por ese tiempo de la creación del filme iniciaba su carrera como diseñador de moda. Sus dotes como artista le permitieron destacar detalles en el traje tradicional nahua.
La indumentaria (“que se sacó para el goce del público”) se conservaba en las bóvedas de la Cineteca Nacional y ahora se podrá apreciar durante siete meses en la Galería.
El ropaje de María Candelaria consiste en un vestido de una sola pieza, compuesto por una blusa de manta de algodón con escote circular y una falda de lana tejida en telar mecánico con diseño de franjas en dos tonos de azul divididas en delgadas líneas blancas que se hilvanaron a mano, para asemejarlas a las rayas entretejidas de la prenda etnográfica tejida en telar de cintura, respetando con ello el más mínimo detalle de la pieza tradicional nahua. Se complementa con el (ahora donado) rebozo azul proveniente de la tradición rebocera del Valle de Toluca.
Tras ochenta años, el atuendo vuelve a estar junto con su rebozo, para celebrar, con una breve pero concisa exposición, el significativo filme.