En colaboración anterior, di cuenta de la discusión pública que la propuesta de una reforma a la ley de la Universidad de Sonora (Unison) generó en esa casa de estudios. Al final, los legisladores sonorenses con mayoría de Morena, decidieron hacer reformas sustanciales a la estructura universitaria que abren un camino para democratizar a la universidad.
La reciente ley estipula que la Unison “ejercerá su autonomía en el marco de la vinculación efectiva con la sociedad y el Estado, para que sus funciones sustantivas se cumplan en interacción permanente con las necesidades y requerimientos de la nación y la comunidad sonorense, poniendo especial atención a los sectores vulnerables y marginados de la sociedad”. Sin dejar de tener lagunas, la actual Ley Número 169 Orgánica del Estado de Sonora introduce la figura del colegio universitario con representación de todos los sectores, que serán elegidos por votación universal y ponderada. Este colegio será la máxima autoridad dentro del campus, e igualmente tendrá la facultad de elegir al nuevo rector.
La elección de este colegio se llevará a cabo en esta misma semana. Sin embargo, los cambios en la Universidad de Sonora no serán inmediatos, sino que deberán transcurrir en un ambiente en que la vieja burocracia tiene todavía vigencia y sobre todo poder. En efecto, si bien se elegirá al Colegio Universitario como máximo órgano de gobierno, con facultades para elegir al nuevo rector, la ley previó que las autoridades actuales de todos los niveles permanezcan en sus puestos hasta cumplir con el periodo para el que fueron designadas. Esto incluye a la actual rectora y al aparato burocrático, cuyos puestos se irán renovando a medida que venzan sus plazos. Esta situación abrió un periodo en la que la vigencia de la nueva ley estará sujeta a la relación de fuerza que muestren los actores del cambio y quienes desde la estructura burocrática maquinan para conservar las cosas como están hasta ahora.
En estas semanas ante la Comisión Electoral, órgano creado por la nueva ley para conducir el proceso de elección, se han presentado quejas sobre algunos jefes de departamento, todos afines a la administración, que han maniobrado, asustando a los estudiantes, haciéndolos desistir de presentar planillas de candidatos a representantes no afines a la actual administración, y fomentando planillas afectas a la administración.
Por esta situación se prevé que la representación estudiantil en el colegio podría tener una proporción mayor en favor de la actual administración. En el área de maestros, hay mayor preocupación por integrar planillas con representación real de los profesores universitarios, aunque las autoridades, previendo la situación desde meses antes, realizaron contrataciones inusitadas de profesores de horas sueltas, incluso contratándolos sólo por una hora, y a quienes se les permitirá votar a partir de tres meses de su contrato. Con estos votos manipulados, sumados los de los jefes de departamento, y con los titulares de las coordinaciones generales de las Facultades Interdisciplinarias, la burocracia universitaria podría tener mayoría en la asamblea del Colegio Universitario.
Con todas estas condiciones desfavorables para un cambio real, el hecho de llamar a elecciones para elegir al Colegio Universitario ha empezado a generar una lenta transformación en la conciencia de maestros y estudiantes sobre la necesidad de actuar y participar en la transformación de su universidad.
Algunas cuestiones importantes se han olvidado en el debate actual, como el que históricamente la Unison desde su creación fue causa de disputa entre los poderes estatales y las cúpulas empresariales que la consideraron patrimonio suyo. Se olvida también que ella tampoco es ajena a la elección de rectores por voto universal y directo. En los años 80 fue el caso de Manuel Balcázar, elegido en dos ocasiones, por un año. Otro rector elegido, éste por cuatro años, fue Marco Antonio Valencia.
Ambas fueron rectorías sin decoro intelectual. Pero fue Valencia quien se prestó para entregar la Unison al proyecto de Manlio Fabio Beltrones para instaurar la ley 4, ahora derogada. Como respuesta y resistencia a la ley 4, la comunidad de activistas instrumentó la elección de un nuevo rector por voto universal, eligiendo al economista Héctor Segura, quien ante el avasallamiento de la burocracia universitaria y del poder estatal no llegó a ejercer el cargo. Para la teoría del derecho, la vigencia de una ley puede constatarse cuando puede comenzar a desplegar los efectos jurídicos para los que fue creada. En este caso se entiende el ámbito de la Universidad de Sonora.
Los universitarios no deben olvidar que no basta la promulgación de una ley por el Congreso para que ésta se haga efectiva. Esta ley tomará vigencia propia en la medida que los universitarios la ejerzan a plenitud.
* Profesor investigador de El Colegio de Sonora