Ciudad de México. La inflación en América Latina parece no ceder en los componentes que reflejan más su tendencia real, señaló el Fondo Monetario Internacional (FMI). Para mitigar el riesgo de que la espiral de precios se enquiste, ponga en riesgo la estabilidad macroeconómica de los países de la región y siga “perjudicando de manera desproporcionada a los hogares de ingresos bajos”, el organismo recomienda más recortes al gasto público, sin descobijar los programas sociales.
“Tras alcanzar un máximo de 10 por ciento a mediados de 2022, la inflación general en las principales economías latinoamericanas se ha desacelerado a 7 por ciento en marzo”, reportó el organismo. “Este descenso obedece principalmente a la disminución de los precios de las materias primas desde sus niveles máximos. Mientras tanto, el progreso en la reducción de la inflación subyacente —que excluye alimentos y energía— parece haberse estancado”, advirtió.
En su más reciente revisión a las estimados de crecimiento económico, el FMI calculó que la actividad económica de América Latina y el Caribe será de 1.6 por ciento este año, por debajo del avance de 4 por ciento reportado en 2022. En cuanto a la inflación se prevé que también se reduzca de 14.7 a 11.8 por ciento, pero aún será casi cuatro veces más alta que la pronosticada para América del Norte.
La persistencia de la inflación subyacente y el riesgo de que se enquiste, tiene como marco una demanda laboral “muy fuerte”, tasas de empleo por encima de los niveles anteriores a la pandemia, una producción en su nivel potencial o por encima de este y expectativas de inflación a corto plazo que superan los rangos fijados como meta por los bancos centrales de la América Latina.
El FMI acotó que “la mayoría de los países de la región ha logrado importantes avances en materia de estabilidad de precios en los últimos 20 años”. No obstante, son muchos los antecedentes del “efecto desestabilizador que tiene la inflación elevada sobre la economía y de cómo esto acentúa la desigualdad al perjudicar sobre todo a los grupos vulnerables”.
Los bancos centrales tendrán que mantener una política monetaria estricta “hasta que no quepa duda de que los precios están en una trayectoria descendente”, recomendó el FMI. Adelantó que probablemente las tasas de interés deberán permanecer en niveles altos gran parte de este año, e incluso durante el próximo en algunos casos; lo que acercaría las metas de inflación para fines de 2024 o principios de 2025.
Sin embargo, no basta con la política monetaria, sugirió el FMI. Además de “enfriar el mercado laboral”, propuso que la política fiscal tome “mayor protagonismo”. Al ser más restrictivo el gasto público, “sin recortar los principales programas sociales o el gasto en salud, educación e infraestructura pública”, se puede desacelerar la demanda interna, mientras los bancos centrales pueden reducir la inflación sin tener que subir tanto las tasas de interés, refirió.
“Esto reduciría posibles riesgos para la estabilidad financiera derivados de mantener las tasas altas por un tiempo prolongado y ayudaría a reducir los niveles de deuda pública, creando más espacio fiscal para responder al próximo shock económico. En otras palabras, una combinación de políticas más balanceada mejoraría las probabilidades de doblegar la inflación y aplacar los riesgos de recesión”, pormenorizó la institución.
Aterrizada la teoría al caso de América Latina, consideró que este “rebalance” “no será una tarea fácil”, puesto que la región tiene una alta demanda de gasto social, además de los “temas serios” que se arrastran en cuanto a distribución del ingreso y de equidad social. “Parte de la solución debe consistir en promulgar políticas tributarias que requieran a quienes más tienen que contribuyan con lo que les corresponde”, zanjó.