Jericó. El conflicto en Medio Oriente cobró ayer la vida de un adolescente palestino y de una madre israelí-británica que fue herida el viernes en un ataque en Cisjordania, en el cual fallecieron sus dos hijas.
La violencia se disparó en la región después de que el miércoles pasado las fuerzas israelíes irrumpieron en la mezquita de Al Aqsa de Jerusalén, el tercer lugar más sagrado del islam, para desalojar a los fieles palestinos.
El gobierno israelí justificó su intervención con el argumento de que sus fuerzas “tuvieron que actuar para restablecer el orden” ante los “extremistas” atrincherados en el lugar.
La intervención provocó una oleada de condenas a nivel internacional, así como ataques mortíferos y disparos de cohetes provenientes de Gaza, Líbano y Siria.
Israel replicó con bombardeos y la movilización de unidades policiales de reserva, en plenas celebraciones de la Pascua judía, cristiana y del Ramadán musulmán.
Tras la escalada de violencia, Israel anunció el viernes la movilización de unidades de policía de reserva y de refuerzos militares.
El último episodio de violencia ocurrió ayer, con la muerte de un adolescente en Cisjordania reocupada. El ejército indicó que sus “fuerzas de seguridad llevaban a cabo una operación en Aqabat Jaber”, un campo de refugiados ubicado cerca de Jericó.
El ministerio palestino de Salud anunció que Fayez Balhan, de 15 años, “murió por balas de la ocupación”, tras haber sido alcanzado en la cabeza y en el pecho.
Hamas denunció una “ejecución sumaria de las fuerzas de ocupación israelíes”.
El operativo se realizó al día siguiente de los funerales de dos jóvenes israelíes, de 16 y 20 años, que perecieron el viernes en un ataque palestino contra su coche en la zona de Jericó. Ahí fue herida la madre, quien falleció ayer.
Mientras, cientos de israelíes marcharon cerca de Eviatar, asentamiento no reconocido por las autoridades para exigir que sea legalizad; participaron varios ministros y diputados.