Leer, para un niño o adolescente, es “como abrir mil puertas. Es un consuelo, es mirarse en los ojos de otro, reconocerse y ver que no está solo”, resume la maestra Alejandra Galindo, promotora de lectura en la escuela primaria Prof. Manuel Alcalá Martín, uno de los pocos planteles de la alcaldía Iztapalapa –la más poblada de la Ciudad de México– que cuentan con un programa para incentivar el gusto por leer.
A pesar de que la lectura debe ser un acto “voluntario y placentero”, la mayoría de las escuelas de prescolar, primaria y secundaria en el país, destaca, carecen de biblioteca escolar y de un maestro bibliotecario para incentivarlos.
De ahí la importancia, reconoce, de programas como El LibroBús en tu Escuela, con el que miles de niños de diversos estados han accedido, a precios económicos, a la literatura infantil y juvenil.
En la mayoría de los planteles, afirma, “muchas veces tenemos que sacar tiempo de otras materias para que los niños experimenten actividades lúdicas como la lectura; no se le da valor al tiempo que un niño debe dedicar a leer por gozo, por el derecho que tienen a viajar con los libros”.
La propia Secretaría de Educación Pública (SEP) reporta que sólo 43.3 por ciento de las escuelas primarias públicas a nivel nacional cuentan con una biblioteca escolar, porcentaje que desciende a 16.8 en las primarias indígenas.
En contraste, 73 por ciento de los planteles privados cuentan con estos espacios, de acuerdo con las cifras de la Evaluación de Condiciones Básicas para la Enseñanza y el Aprendizaje (ECEA).
En las primarias públicas, donde los alumnos aprenden a leer y escribir, sólo 35.5 por ciento cuenta con libreros o estantes adecuados para guardar y exponer los materiales de la biblioteca escolar, mientras en 10.6 por ciento no hay sitio para los materiales bibliográficos o no hay libros.
Todavía en muchos hogares, afirma Pedro Hernández Morales, director de la primaria Centauro del Norte y uno de los principales impulsores de la lectura en escuelas públicas de la Ciudad de México, “los únicos libros que existen son los de Texto Gratuitos, lo que revela la necesidad de hacer más accesible la lectura para todos”.
Datos del Sistema de Información Cultural revelan que en México existen mil 627 librerías, es decir, cada una tendría que atender a poco más de 77 mil mexicanos para garantizar que todo habitante pudiera acceder a los libros.
Por lo que hace a las bibliotecas públicas, éstas tampoco cubren la demanda para cerca de 130 millones de habitantes, sólo existen mil 847 en todo el territorio nacional; esto es, una por cada 68 mil potenciales lectores.
En un país donde se estima que cada mexicano lee en promedio 3.9 libros al año, Hernández Morales considera urgente llevar libros a las aulas. Por eso, afirma, “le propusimos a Paco Ignacio Taibo II, fundador de la Brigada para Leer en Libertad, y actual director general del Fondo de Cultura Económica (FCE), que si se quería un país de lectores, había que hacer llegar los libros a las escuelas”.
Y así inició uno de los proyectos más exitosos hasta ahora para el fomento a la lectura en México: El LibroBús en tu Escuela. Son tres librerías ambulantes, con capacidad de hasta 4 mil volúmenes cada una, con las que se han recorrido cientos de planteles en Ciudad de México, Veracruz, Hidalgo, estado de México, Puebla, Zacatecas, Michoacán, Nayarit y Yucatán.
Roberto Rico Ramírez, coordinador de Fomento a la Lectura del FCE y promotor de El LibroBús en tu Escuela, estima que de 2019 a la fecha han sido visitadas más de mil 800 escuelas, con un impacto en cerca de 2 millones de alumnos, lo que ha generado un “verdadero movimiento de lectores y en el que los maestros han sido claves”.
Lo más importante para generar un lector, explica, es el impacto emocional del niño con el libro, que pueda descubrir mundos distintos, que despierte su imaginación. “Si no logramos esto, difícilmente podrá convertirse en un lector por placer, por el disfrute de leer”.
Previamente al arribo del LibroBús, explica Hernández Morales, cada plantel prepara diversas actividades orientadas al fomento a la lectura, incluyendo la promoción del ahorro entre los estudiantes, a fin de que “vivan esa experiencia de entrar a la librería móvil y escoger el libro que más les guste”.
La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Cultura y la Ciencia (Unesco) establece que los niños que no conocen los libros y la lectura hasta iniciada la escuela “pierden etapas fundamentales del desarrollo de la alfabetización. Si aprenden a leer únicamente con los libros de texto, existe el riesgo de que asocien la lectura con la memorización y los exámenes, y no con una actividad placentera”.
Manuelita de Jesús Armenta, profesora y escritora de literatura infantil, afirma que “lograr que un niño lea por gusto implica reconocer que aquello que puede despertar su interés no siempre es un libro. A veces es una canción, un poema e incluso algo que puedes comentar en clase. Cualquier hilito puede ser el que los lleve a despertar su imaginación”.
Destaca que todo niño “debe leer lo que quiera, no lo que se le imponga. Lo peor que podemos hacer es pedir que lean por obligación. Si le nace leer cinco minutos está bien, pero no tiene que leer porque debe hacerlo, esa es la forma más rápida de acabar con un futuro lector”.
Democratización
La Unesco reconoce que, aún en el siglo XXI, acceder a los libros es una lucha entre opulencia y desigualdad. Los libros, pese a los avances en el proceso de edición, “son caros de diseñar, imprimir, distribuir y demasiado frágiles. Desde la invención del lenguaje escrito, han sido las preciadas posesiones de la élite, ámbito de reyes, sacerdotes y eruditos: en una palabra, de los ricos”.
El fomento a la lectura en las escuelas, afirma Hernández Morales, “busca exactamente lo contrario: democratizar el libro, hacerlo accesible para todos, y esa es una prioridad”. Recordó que en las escuelas “se busca generar una experiencia única de acercamiento al libro. Queremos que escuchen a los cuentacuentos, que vivan la representación en teatro de sus historias favoritas y que sepan que un libro te puede acompañar toda la vida”.
El gusto por la lectura, dice Ricardo Infante, otro maestro y promotor de lectura, “inicia con los padres y sus maestros, porque si un niño no los ve leer, si no escucha un cuento antes de ir a dormir y si nadie le ofrece esos mundos maravillosos que hay en los libros, difícilmente se podrá interesar por la lectura”.