De acuerdo con diversos monitoreos tanto del gobierno como de organismo privados, el kilogramo de carne de cerdo se vende en México a un precio de entre 90 y 130 pesos; sin embargo, los productores porcícolas aseguran que ellos venden su producto en alrededor de 28 o 30 pesos por kilo.
Lo anterior quiere decir que la cadena de intermediarios vende el kilogramo de carne de cerdo a los consumidores finales a un precio hasta 330 por ciento mayor, cuatro veces más del que consiguen en las granjas porcícolas de todo el país.
Con excepción de las grandes empresas productoras de carne, que envían sus productos directamente a los supermercados o a los grandes centros de acopio como las centrales de abastos, los pequeños y medianos productores se ven obligados a vender su producto a intermediarios.
Estos compradores son los encargados de distribuir la carne de cerdo (o cualquier otro producto en otros sectores) a las centrales de abasto o a los supermercados, quedándose con una parte importante de las ganancias.
Heriberto Hernández, presidente de la Organización de los Porcicultores Mexicanos (Opormex) explicó que si bien una parte de la diferencia entre el precio al que los productores venden y el costo que pagan los consumidores se debe al transporte y conservación, otra más importante es producto de la especulación y el abuso.
Explicó que como consecuencia de la “inundación” de importaciones de carne de cerdo que hay actualmente en México, los intermediarios presionan para no pagar más allá de 30 pesos por kilogramo a los pequeños comerciantes, para después ellos encarecer el costo a los mayoristas, quienes lo trasladan a los minoristas y estos a los consumidores.
Según la Opormex, el precio que pagan los intermediarios no es rentable, pues producir un kilogramo de carne de cerdo cuesta entre 38 y 40 pesos, lo que tiene en crisis al sector.
El bajo precio al que vende la carne de cerdo el productor, dijo Hernández, es una ironía, pues ni siquiera es benéfico para los consumidores, pues de acuerdo con datos del organismo, se tiene detectado que el kilo de chuleta se vende al público a entre 98 y 125 pesos; el de espinazo entre 69 y 90 pesos, el de lomo entre 116 y 124 pesos, mientras que el de pierna entre 69 y 86 pesos el kilo.
De acuerdo con cifras del Consejo Mexicano de la Carne, la producción nacional de cerdo no cubre la demanda actual, por lo cual anualmente se importa 40 por ciento de la proteína porcina que se consume en el país, esto como consecuencia de que al año un mexicano consume en promedio alrededor de 20 kilogramos.
Afecta en todos los sectores
En diversos reportes, el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas ha documentado que desde que son cosechados hasta que llegan a la mesa de los consumidores, la mayoría de los alimentos se encarecen más de 100 por ciento, además de no ser pocos los que lo hacen hasta 500 por ciento.
Los mayores márgenes se observan en el canal de intermediarios finales que adquieren al mayoreo, donde destacan las grandes cadenas de autoservicio, que compran a un precio bajo en las centrales de abasto para después ofrecerlos a las familias a uno mucho más elevado.
Por destacar algunos casos, en lo que se refiere a la naranja, su precio es 530 por ciento superior para el consumidor respecto al que lo vendió el productor; en la zanahoria la diferencia es de 370 por ciento, en el plátano es de 360 por ciento, sólo por mencionar algunos productos básicos para las familias mexicanas.