El temor, la rabia y la fortaleza fueron algunos de los estados que vivió Carolina Rozo para convertirse en una sobreviviente de acoso sexual. Romper el silencio no es fácil ante las amenazas y la vulnerabilidad frente un sistema u organismo tan fuerte como lo es la FIFA, pero la fisioterapeuta alzó la voz y ganó una demanda al ex técnico de la selección de Colombia Sub-17, Didier Luna, al tiempo que apoyó a otra jugadora para denunciar al preparador físico Sigifredo Alonso.
“No se callen ante estos casos. Por más que uno quiera en la vida hay cosas que no deben ser silenciadas, si no saldrán más mujeres lastimadas. Debemos ser solidarias, protegernos entre nosotras”, dijo a La Jornada desde el país sudamericano.
En la voz de Carolina hay fisuras que revelan las secuelas del asedio que enfrentó. Con un tono suave narra los episodios en los cuales Didier Luna le hizo insinuaciones y comentarios inapropiados en diversas ocasiones durante concentraciones con el equipo entre 2018 y 2019.
“Cueva de lobos”
Como varias de las personas que viven estas situaciones, Rozo en un inicio no estaba segura de si estaba ante un caso de acoso, pues no suele haber confusión entre esta situación y el abuso. Con el tiempo entendió que era acosada e incluso estaba “en una cueva de lobos”, donde ella como otras jugadoras se encontraban expuestas a un riesgo mayor.
“Yo denuncié ante la Federación, pero aun así me hablaron para un torneo, ahora en Argentina. Como no accedí a lo que Luna pedía, el cuerpo técnico me aisló y viví un infierno, me encontraba en una situación de vulnerabilidad”, recordó.
Justo en ese momento en el cual buscaban romperla, Rozo se percató de que la situación de acoso era tan grave que varias jugadoras también lo enfrentaban. El preparador físico Sigifredo Alonso “toqueteaba e intentaba besar a las futbolistas”, incluso buscó entrar a la habitación de una de ellas en una de las concentraciones.
Fue cuando Rozo decidió interponer en 2019 una denuncia contra Didier Luna, mientras los padres de una de las futbolistas que fue agredida por Alonso también llegaron a los tribunales. Después de dos años de procesos legales, el técnico se declaró culpable, ofreció una disculpa y fue sentenciado a 28 meses de prisión con la posibilidad de pagar una caución.
“Muchos me cuestionaron, ¿para qué denunciaba? Incluso, las mismas autoridades, los jueces lo hicieron en su momento. Me revictimizaron muchas veces. Es horrible, es algo que a uno lo fortalece aunque también lo lastima”, lamentó. Pero así como varios la señalaron, hubo quienes le agradecieron.
“Durante los dos años de proceso me encontré con muchas víctimas de Luna. Él había sido profesor de una liga de futbol, entrenó a menores de edad. Hubo un caso de una jugadora, ahora mayor, quien me contactó y me dijo que Didier intentó abusar de ella. Me lo narró con las manos temblando mientras llevaba una fotografía donde estaban ambos y él la abrazaba.”
Aun cuando el fallo de la justicia fue en su favor, hubo repercusiones dolorosas para Rozo. “Fui vetada del futbol, he estado bajo medicación siquiátrica y con tratamientos alternativos porque mi salud se vio afectada”, reconoció con un tono bajito, como quien ve sus propias heridas y aún busca cómo sanarlas.
“También he recibido amenazas, porque no quieren que se sepa de todos los abusos en la Federación. Pero ojalá el mundo entendiera mi historia, ayudaría a muchas mujeres.”
Así, rápido encuentra dosis de alivio al recordar que el haber hablado ha servido de aliento para otras personas. “Hemos podido ayudar a varios, trabajamos con el gobierno en la creación de un protocolo, aunque no se ha aplicado del todo. Ahora quiero escribir un libro”, expresó Rozo, quien ha sido clave para visibilizar las agresiones sexuales en el futbol.
Los cómplices
“He colaborado con varios periodistas internacionales, entre ellos del diario (británico) The Guardian. Después de los casos en Haití, han visto que la FIFA es cómplice de los abusos y ampara a los agresores”, agregó.
El caso de Carolina fue de los primeros en ser revelados en una época en la cual el futbol femenil comenzó a tener un mayor auge por mandato del propio ente mundial. Sin embargo, mientras en lo deportivo ha sido claro el crecimiento, en temas de seguridad y protección para las jugadoras el avance es mínimo.
“Aún no existen protocolos suficientes en el futbol mundial para proteger a quienes viven acoso y abuso sexual”, reconoció en entrevista la chilena Camila García, integrante de la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales, Fifpro.
En el Código Disciplinario de la FIFA publicado en 2023, se estipula que las Federaciones están obligados a informarles al máximo ente rector del futbol mundial sobre cualquier caso de agresión sexual o acoso. El Código de Ética indica que “las víctimas” de estos casos pueden recurrir al TAS. Sin embargo, en ninguna de estas publicaciones se precisa un protocolo.
“Hay un movimiento feminista que ha ayudado a abrir este tema para que no sea un tabú, pero la estructura institucional no es suficiente. FIFA anunció un esfuerzo por generar un proceso ante estas situaciones. Hemos estado atentos para que realmente se atiendan las necesidades de las víctimas. La revictimización es un tema que a muchas les preocupa”, dijo García.
El caso más reciente de abuso sexual son las acusaciones contra el entrenador del club argentino Boca Juniors, Jorge Martínez, por parte de la jefa de prensa del equipo, Florencia Marco. No obstante, el historial internacional de agresiones sexuales y maltrato en el futbol femenil es amplio.
En México, sólo se ha revelado un caso de acoso en la selección Sub-20 femenil, así como el ciberacoso a varias jugadoras de la Liga Mx. Sin embargo, varias integrantes de la Liga Mx Femenil revelaron de manera anónima a La Jornada que han vivido este tipo de hostigamientos, pero desconocen cómo actuar.
En países como Argentina, Venezuela, Australia y Estados Unidos también han salido a la luz varias denuncias por agresión sexual o maltrato a las futbolistas, como si apenas se vislumbrara un atisbo de una corriente turbulenta y nauseabunda que en cualquier momento puede desbordarse.