Madrid. La policía israelí irrumpió ayer por segunda noche consecutiva en la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén, y usó balas de goma, granadas aturdidoras y gases lacrimógenos para dispersar a los fieles musulmanes en una noche especialmente simbólica en la que comienza el Pésaj, la Pascua judía, y en pleno mes sagrado musulmán de Ramadán.
La policía israelí informó del arresto de unos 350 palestinos y la Media Luna Roja Palestina reportó 37 heridos en el enfrentamiento.
Autoridades de Israel afirmaron que en la mezquita se atrincheraron jóvenes enmascarados, armados con piedras y garrotes, que arrojaron petardos; y que “se intentó negociar con ellos”.
Horas después, el movimiento Hamas, que gobierna el territorio de Gaza, lanzó varios cohetes hacia Israel en respuesta “al ataque a los fieles por parte de las fuerzas de ocupación”, según un comunicado.
El ejército israelí respondió a los cohetes con algunos ataques aéreos contra la franja de Gaza.
Nabil Abu Rudeina, portavoz del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, denunció: “La ocupación israelí insiste en profanar la bendita mezquita de Al Aqsa y crear una atmósfera de escalada, inestabilidad y tensión. Lo que Israel hace, en términos de asaltar la sagrada mezquita de Al Aqsa y atacar a los fieles, es un golpe a los esfuerzos estadunidenses por propiciar la calma y estabilidad en el mes de Ramadán”.
Hamas denunció “un crimen sin precedentes” y llamó a los palestinos de Cisjordania “a defender en masa la mezquita de Al Aqsa”.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmó que las fuerzas de seguridad se vieron “obligadas a actuar para restablecer el orden” frente a los “extremistas”, y agregó que su gobierno “trabaja en calmar la tensión”.
Paralelamente, el ministro de Seguridad de su gobierno, Itamar Ben-Gvir, afirmó en la red social Twitter que “es momento de arrancar cabezas en Gaza”, por los cohetes que Hamas lanzó hacia Israel.
Horas antes, trascendió una llamada telefónica entre Ben-Gvir y el jefe de la policía de Israel, Kobi Shabtai, quien afirmó que los árabes “se matan entre ellos, es su naturaleza”. Medios de prensa afirmaron que el ministro trataba de convencer a Shabtai de la necesidad de una guardia nacional, a la que éste se opone.
El templo de Al Aqsa se encuentra en la Explanada de las Mezquitas, el tercer lugar más sagrado del islam, en Jerusalén Este. Está construido sobre lo que los israelíes llaman el Monte del Templo, el lugar más sagrado del judaísmo.
La Organización de Naciones Unidas (ONU), la Unión Europa (UE), Estados Unidos entre muchos otros países y organismos criticaron las acciones israelíes.
La cancillería de Jordania, país que administra los lugares santos musulmanes de Jerusalén, afirmó que “los continuos ataques” de las fuerzas de seguridad israelíes contra los fieles forman parte de “los intentos de cambiar el statu quo histórico en la mezquita sagrada de Al Aqsa”.