En latín, Ars longa vita brevis significa El arte es largo (de aprender), pero la vida es breve.
Esta cita es el epitafio de un hombre sensible que amaba plantar árboles y hacer amigos. También le gustaba la música, medicina que le ayuda a paliar una enfermedad contra la que luchaba desde hace años.
Hablamos de Ryuichi Sakamoto, compositor, arreglista, creador de score de películas, creador experimental de fusión étnica y electrónica progresiva… que “vivió con la música hasta el final”.
Sakamoto, pianista, cantante y hasta actor, es reconocido como uno de los creativos más innovadores en el ámbito de la electrónica. El tecno, el ambient, el electro-pop, el noise, el glitch, la música culta y la composición para cine están permeados por la obra de este hombre nacido en Tokio, que el pasado 28 de marzo cumplió su ciclo en la Tierra y tocó en la puerta del Nirvana de los músicos, donde están otros, como su amigo David Bowie.
Ryuichi, pionero compositor y ganador de un Óscar y un Grammy por la banda sonora de El último emperador, murió a los 71 años debido a un cáncer, informó ayer su sitio de Twitter.
Le diagnosticaron este mal en la garganta por primera vez en 2014. En 2022 reveló que estaba en fase terminal, un año después de revelar que le había llegado al recto. Sin embargo, continuaba creando porque “vivió con la música hasta el último momento...” A pesar de su batalla contra el padecimiento, Sakamoto lanzó el decimosegundo álbum de larga duración en su cumpleaños 71 en enero, afirmando que componer tenía un “pequeño efecto curativo en mi cuerpo y alma dañados”, según el comunicado oficial publicado con su última producción. Son, señala, “bocetos” instrumentales seleccionados entre los que empezó a improvisar en su casa cuando tenía fuerzas, los cuales titula con la fecha de grabación, algunas en 2021 y otras en 2022.
“Queremos agradecer en su nombre a todos sus seguidores, así como a los médicos de Estados Unidos y Japón, que hicieron todo para salvarlo. De acuerdo con los deseos de Ryuichi, los servicios funerarios serán con familia y amigos cercanos”, se lee en el comunicado emitido por Avex, sello que lo editaba.
El artista, uno de los pianistas más célebres de la música contemporánea, era conocido por su experimentación y sus presentaciones ambientales al piano que dibujaban in situ paisajes sonoros.
Esto mismo reflejó en bandas sonoras de cintas como El renacido (de Alejandro González Iñárritu), Tacones lejanos (Pedro Almodóvar) y Merry Christmas, Mr. Lawrence (Nagisa Oshima). En esta última aparecía como actor e intercambiaba un beso con Bowie.
Al anunciar en junio pasado la afección de colon, dijo también que todo lo que hacía en sus último momentos era disfrutar de la música.
Nacido en Tokio en 1952, estudió composición musical en la Universidad de las Artes de la capital japonesa y a principios de los 70 empezó a tocar y a escribir piezas para otros artistas.
Creció inmerso en el arte, ya que su padre fue editor de algunos de los más importantes novelistas japoneses. A los tres años, comenzó a practicar en el piano y a lo largo de su adolescencia perteneció a algunos grupos de jazz. Decía que estaba influido por The Beatles, Beethoven y John Cage.
En 1978, lanzó su primer álbum en solitario. En esa década comenzó a brillar con la Yellow Magic Orchestra, acompañado de los locos Haruomi Hosono y Yukihiro Takahashi, grupo de música electrónica, cuyos sonidos innovadores sentaron bases para varios géneros de sonidos contemporáneos, entre ellos el sinth-pop sintetizado y el house.
Editaron los discos, Thousand Knives of Asia y B-2 Unit.
Tras la separación de la Yellow Magic Orchestra, Sakamoto viajó en la experimentación, pero no se alejó del mainstream. Fue convocado para hacer el score de Gagasi Oshima, a donde fue invitado a actuar a lado del camaleón Bowie y de Takeshi Kitano. Le dio alas para hacer colaboraciones con David Sylvian, Thomas Dolby, David Byrne e Iggy Pop. También trabajó al lado de otros extraordinarios músicos como la caboverdiana Cesária Évora y el brasileño Caetano Veloso.
“Todo es yo mismo”
“Quizás algunos de mis álbumes suenan demasiado pop para los gustos de un fan clásico, o demasiado clásicos para los fans del pop; o demasiado experimentales para otros gustos. Pero es todo yo mismo”, decía y aseguraba que desde que era un muchacho tenía un piano virtual en su cabeza en el que podía tocar cuando quisiera. “No tiene que ser el piano, puede ser cualquier cosa. Si leo una partitura, la oigo en mi cerebro mirando las notas. Cuando escribo, es música lo que escucho saliendo de mi mano, pero a veces es bueno tener un instrumento, y el piano es con el que he vivido por más tiempo. Para mí es todavía la opción natural”, aseveró en una entrevista con 20 Minutos.
“La vida es muy larga, claro, y hasta hay tiempo para cansarse o aburrirse. Entonces, me paso a la computadora, programo electrónica y ritmos, investigo... Pero siempre regreso al piano. Es cíclico.”
Entre sus discos también están Beauty, terapia de world music que mezcla elementos de Oriente, Occidente y África; The Handmand Tale, score sobre una cinta del mismo nombre dirigida por Volker Schlondorff; Heartbeat donde se escuchan vocales en francés, inglés, ruso y japonés, e incluye a artistas como Youssou N´Dour y David Sylvain. También, Neo Geo, donde participa Iggy Pop; 1996, con doce piezas arregladas para violín, chelo y piano son algunos tracks usados en El último emperador y Merry Christmas, Mr. Lawrence.
Asimismo, Smoochy, basado en sonidos brasileños, electrónicos y pop; Anger, que fue su primera placa con el sello clásico de Sony pero que contenía algunos remixes, uno de éstos con Ninja Tune, discográfica británica de trip hop; Discord, su primer trabajo integralmente clásico, y Love is the Devil, soundtrack de la película de John Marbury que retrata a Francis Bacon.
Lejos de ser un artista alejado del mundo terrenal, Sakamoto se comprometió con el tema medioambiental y se convirtió en figura del movimiento contra la energía nuclear en Japón después de la catástrofe de Fukushima, en marzo de 2011.
En 2012 organizó un macroconcierto con actuaciones de YMO y el grupo alemán Kraftwerk para protestar contra el uso de la energía nuclear. En 2007 fundó la ONG More Trees (Más árboles), que aboga por una gestión sostenible de los bosques en Japón, Filipinas e Indonesia.
“Quiero ser un ciudadano del mundo. Eso puede sonar muy jipi pero me gusta”, dijo Sakamoto, quien desde la década de los 90 vivía en Nueva York.
En un mitin de julio de 2012, se subió al escenario y leyó notas en un iPhone, demandando a su país que no arriesgara la vida de las personas por la electricidad. “La vida es más importante que el dinero”, dijo en japonés, y luego agregó en inglés: “Guardar silencio después de Fukushima es bárbaro”.
También apareció en la publicidad de los autos eléctricos Nissan, aunque reconoció que recibió críticas por ser tan comercial. En su casa de La Gran Manzana obtiene electricidad de una empresa que depende de las energías renovables.
“La forma en que producimos electricidad se diversificará, con la disminución de los combustibles fósiles y la energía nuclear”, declaró a The Associated Press en 2012. “La gente debería poder elegir el tipo de electricidad que quiere usar”.
A Sakamoto le sobrevive su hija Miu, quien también es pianista.